Del
ALMANAQUE DE LAS HORAS
“Nada
importa pagar caro o barato las cosas del mundo. Los que dan poco por ellas
revélanse hábiles y a veces pícaros. Los que las compran caro acredítanse de
torpes; y si con desdén y altivez, de señores. No tiene importancia el precio
en números, puesto que si varían en el juego falaz del deseo sujeto y objeto,
la posesión trae siempre el mismo gozo y el mismo desengaño”.
Julio Torri.
LAS
COSAS DEL MUNDO. . . ELLAS
Sergio
Núñez Guzmán
Decir que
este texto habla de amor y probarlo son dos cosas distintas. La
palabra amor no aparece en el texto, pero surge como una posibilidad de
significado profundo, como un referente construido en la interioridad del
mensaje.
El
texto se inaugura con la comunicación: nada importa pagar caro o barato las
cosas del mundo, pero... ¿cuáles son las cosas del mundo? Una
respuesta a priori puede ser el amor, puesto que es lo que se paga sin
importar el precio caro o barato. La frase, en cada uno de sus elementos, aporta
un conjunto de significados que al unirse unos con otros van restringiendo las
posibilidades de sentido de los mismos términos que constituyen la enunciación
y, así, los significados o sentidos acarreados por todos y cada uno de ellos
tienden a girar en torno del sentido o significado de uno de esos elementos. En
esta expresión, el sentido nuclear alrededor del cual giran los restantes
significados se sitúa en el término cosas. Uno de los significados de cosa,
registrado por el diccionario, es causa; por tanto, las cosas del
mundo se pueden entender como las causas del mundo. Es
importante ser conscientes de lo que esto implica, ya que es una total
abstracción del texto puesto que nos movemos en el terreno de las ideas y de
las teorías. Al sustituir cosas
por causas, si es posible, pasamos de una abstracción conceptual
encerrada en la palabra cosas, objetos tangibles, a un plano de mayor
abstracción, ya que lo tangible, las cosas, pasa a ser la causa,
lo intangible del mundo. De esta manera, la interrogante puede ser cuáles son
las causas del mundo. Y aún podemos añadir cuáles son las causas que
mueven al mundo. La construcción del referente interno subyace en la suma
de rasgos de significado aportados por los demás términos del conjunto, por lo
que mundo, al calificar a cosas, se contamina con la misma
diversidad de sentido, es decir, de un mundo tangible externo o de un
mundo intangible interno. Así, la causa que mueve al mundo
interno puede ser, como una posibilidad de lectura, el amor.
En este
mismo texto se manifiesta un hacer indefinido expresado en el infinitivo
del verbo pagar. La indeterminación se convierte en determinación cuando
nos preguntamos quién paga por las cosas del mundo. La indefinición
convertida en definición a través de un sujeto implícito en un hacer encerrado
en el verbo pagar remite al lector a la construcción de un referente interno,
que crece paulatinamente en el mensaje del texto, puesto que la lógica más
elemental nos dice que alguien paga las cosas del mundo. Preguntarse acerca
de quién es este alguien, es incluir en la respuesta al yo del emisor y al tú
del receptor, quienes están incluidos en la universalidad de la indefinición. ¿Quién
paga por las cosas del mundo? Nosotros, tú y yo. ¿Cuáles son las causas que
mueven al mundo? Nuestras cosas son las causas por las que se mueve el mundo.
Nuestros amores, nuestras pasiones, nuestras... mujeres.
Los
que dan poco por ellas revélanse hábiles y a veces pícaros. La indefinición del sujeto de
la frase anterior se convierte en la definición del sujeto ellos,
encubierto en el hacer del verbo dan. En la frase los que (ellos)
dan poco por ellas, surge el pronombre ellas como un anafórico
que tiene como antecedente a cosas; sin embargo, ellas es el
término opuesto a ellos. Ellos dan poco por ellas. De esta
manera, ellas son lo opuesto a los que, a ellos, a los señores. El término señores sí se expresa en el
texto y por tanto se opone a señoras, palabra que no se da en el
escrito, pero que está implícita como un rasgo distintivo de significado en ellas,
las señoras. La relación entre ellas y ellos es el pago
por las cosas del mundo. La sintaxis de la enunciación nos da como núcleo del
sujeto el pronombre ellos, los señores, y como núcleo de
predicado al verbo dan: ellos dan. En la frase anterior, el verbo
pagar exige un término en su hacer, se paga,
¿qué se paga? Aquello que se paga es el objeto del hacer verbal, las
cosas del mundo. Y en esta segunda enunciación, los que dan poco por
ellas, en el verbo dan se incluye el quiénes dan y el qué
dan y la respuesta es que dan poco por ellas, por las cosas
(causas) del mundo; y así, el objeto del hacer verbal es el mismo, ellas,
las mujeres, las cosas del mundo, la causa que es la relación
entre ellas y ellos: el amor.
Revélanse
hábiles y a veces pícaros. Ellos se revelan hábiles y pícaros puesto que dan poco por ellas,
por las cosas del mundo, por las mujeres.
Los
que las compran caro acredítanse de torpes; y si con desdén y altivez, de
señores. La
estructura de esta oración repite la anterior y sin embargo los contenidos
semánticos, aunque diferentes, refuerzan la estructura semántica del conjunto. Los
que se sustituye por el pronombre ellos, los hábiles y pícaros,
quienes compran a las, ellas, y aunque la ambigüedad remite al
lector a las cosas, se refuerza el sentido de ellas, las mujeres.
Ellos las compran, a ellas, a las mujeres y las compran caro, por lo que se
acreditan de torpes. Y si las compran con desdén y altivez se acreditan de
señores.
La
siguiente cita comprende casi la mitad del texto y dice: no tiene
importancia el precio en números, puesto que si varían en el juego falaz del
deseo sujeto y objeto, la posesión trae siempre el mismo gozo y el mismo
desengaño. De esta cita tomaremos la primera parte que dice no tiene
importancia el precio en números, en donde la palabra precio implica
el rasgo semántico de qué, el precio de qué. El autor impone las
reglas en este juego maravilloso de la lengua y su pensamiento se expresa a
través de un ir de aquí a allá o de allá a
aquí. Lo que se remite es la sugerencia constante de un significado o
sentido que se metamorfosea en el precio, en el pagar, en el comprar,
pues estos términos entran a formar parte de un campo semántico en donde
aquello que se compra, se paga con un precio expresado en
números. ¿Qué es lo que se paga?, ¿qué es lo que se compra?, ¿qué
es lo que tiene precio? La posesión, pero... la posesión... ¿de
qué? Del juego falaz del deseo entre el sujeto y el objeto,
es el juego entre un él y una ella, los cuales siempre varían en este juego en
donde el objeto es lo que mueve al sujeto,
nosotros, tu y yo, es el amor que trae siempre el mismo gozo y
el mismo desengaño.
Este
texto, como otros del mismo autor, envía al lector a la construcción de un
referente interno; empero, se puede pensar en la presencia de una realidad
externa al texto que descubre la visión personal tenida por el autor acerca de
la realidad del momento vivido por él. El lector puede llegar a descubrir la
aparición de cierto carácter misógino en estas líneas. Se sabe que Julio Torri
nunca se casó.
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