lunes, 27 de enero de 2014

Traducciòn y comentario de Sergio Nùñez Guzmàn al poema de Frederick Douglas "Those Winter Sundays".



Frederick Douglass
Those Winter Sundays                                  Aquellos domingos invernales          
                                                           Traducción: Sergio Núñez Guzmán

Sundays too my father got up early  También los domingos mi padre se levantaba temprano
and put his clothes on in the blueblack         y se ponía sus ropas en el frío negrusco
cold,                                                   matizado de azul
then with cracked hands that ached entonces con manos agrietadas, que dolían
from labor in the weekday weather   por la labor hecha en el tiempo de la semana
made
banked fires blaze. No one ever        el fuego amontonado ardía. Nadie nunca se lo
thanked him.                                      agradeció.
I’d wake and hear the cold splintering,          Despertaba y oía el frío haciéndose
astillas,

Breaking                                                        El despertar

When the rooms were warm, he’d call         Cuando las habitaciones estaban calientes, él había                                               él ya había llamado
and slowly I would rise and dress,     y lentamente me levantaba y me vestía,
fearing the chronic angers of that     temeroso de la furia crónica de aquella casa.
house.
Speaking indifferently to him,                       Hablándole con infiderencia,
who had driven out the cold              a quien había sacado el frío
and polished my good shoes as well.            y pulido también mis zapatos buenos.
What did I know, what did I know      ¿Qué sabía yo, qué sabía yo
of love’s austere and lonely offices? del amor sin adornos y de los oficios solitarios?

Una lectura a Aquellos domingos invernales
Sergio Núñez Guzmán

La naturaleza invernal está presente en Aquellos domingos invernales, donde el frio natural es la frialdad del desamor humano que no quiere ver, saber del amor con que el padre se sacrifica  por el hijo.
            El invierno se muestra con todas sus asperezas, y es el hombre que se enfrenta a las inclemencias del tiempo, que sufre, que recibe las marcas frías en sus manos, en su cuerpo por las labores desempeñadas, y que van mucho más allá de un deber por cumplir. Hay en este hombre una fuerza dada por el espíritu que desborda lo corporal. El texto cautiva al lector que pregunta ¿quién es este hombre? Y el ser humano incapaz de ver su destino parece no comprender de dónde surge esta posibilidad de amar al otro y en él, al alter ego encerrado en uno mismo. Hay fuego que arde, una llama que podemos convertir en un amor transformador del egoísmo humano, flama eterna, el entendimiento del Padre al Hijo. El amor humano es la relación espiritual que une los ideales del hombre como el amor del Padre al Hijo.
            Y nosotros, ¿qué sabemos del amor sin adornos?

            En la biblioteca, camino entre los libros y tomo alguno escondido entre los otros, lo abro, y comienzo a leer “También los domingos mi padre se levantaba temprano” (Sundays too my father got up early), y pienso en mi padre biológico que me engendró y que se sacrificó por mí, y veo la bendición del Padre Eterno, que me permite leer lo que estoy leyendo, pues no es la casualidad la que puso en mis manos el primer renglón de “Aquellos domingos invernales” (Those Winter Sundays). Mi corazón palpita de alegría cuando descubro que la realidad vivida no es metáfora, pues sólo el Señor designa a los padres que tenemos, y es el Padre Eterno, quien nos ha colocado en el camino que pisamos, que nos infunde amor por nuestros hijos, por la vida que llevamos, y es aquí, donde está la maravillosa presencia del Señor que nos ama “sin adornos”.

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