Frederick
Douglass
Those Winter
Sundays Aquellos
domingos invernales
Traducción:
Sergio Núñez Guzmán
Sundays too my
father got up early También los domingos
mi padre se levantaba temprano
and put his
clothes on in the blueblack y se
ponía sus ropas en el frío negrusco
cold, matizado
de azul
then with
cracked hands that ached entonces con
manos agrietadas, que dolían
from labor in the weekday weather por
la labor hecha en el tiempo de la semana
made
banked fires blaze. No
one ever el fuego amontonado ardía.
Nadie nunca se lo
thanked him. agradeció.
I’d wake and hear the cold splintering, Despertaba
y oía el frío haciéndose
astillas,
Breaking El
despertar
When the rooms were warm, he’d call Cuando las habitaciones estaban
calientes, él había él ya había llamado
and slowly I
would rise and dress, y lentamente me
levantaba y me vestía,
fearing the
chronic angers of that temeroso de la
furia crónica de aquella casa.
house.
Speaking indifferently
to him, Hablándole
con infiderencia,
who had driven
out the cold a quien había
sacado el frío
and polished
my good shoes as well. y pulido
también mis zapatos buenos.
What did I
know, what did I know ¿Qué sabía yo,
qué sabía yo
of love’s austere and lonely offices? del amor
sin adornos y de los oficios solitarios?
Una lectura a Aquellos
domingos invernales
Sergio Núñez
Guzmán
La naturaleza invernal está presente en Aquellos domingos invernales, donde el
frio natural es la frialdad del desamor humano que no quiere ver, saber del
amor con que el padre se sacrifica por
el hijo.
El
invierno se muestra con todas sus asperezas, y es el hombre que se enfrenta a
las inclemencias del tiempo, que sufre, que recibe las marcas frías en sus
manos, en su cuerpo por las labores desempeñadas, y que van mucho más allá de
un deber por cumplir. Hay en este hombre una fuerza dada por el espíritu que
desborda lo corporal. El texto cautiva al lector que pregunta ¿quién es este
hombre? Y el ser humano incapaz de ver su destino parece no comprender de dónde
surge esta posibilidad de amar al otro y en él, al alter ego encerrado en uno
mismo. Hay fuego que arde, una llama que podemos convertir en un amor
transformador del egoísmo humano, flama eterna, el entendimiento del Padre al
Hijo. El amor humano es la relación espiritual que une los ideales del hombre
como el amor del Padre al Hijo.
Y
nosotros, ¿qué sabemos del amor sin
adornos?
En la
biblioteca, camino entre los libros y tomo alguno escondido entre los otros, lo
abro, y comienzo a leer “También los domingos mi padre se levantaba temprano”
(Sundays too my father got up early), y pienso en mi padre biológico que me
engendró y que se sacrificó por mí, y veo la bendición del Padre Eterno, que me
permite leer lo que estoy leyendo, pues no es la casualidad la que puso en mis
manos el primer renglón de “Aquellos domingos invernales” (Those Winter
Sundays). Mi corazón palpita de alegría cuando descubro que la realidad vivida
no es metáfora, pues sólo el Señor designa a los padres que tenemos, y es el
Padre Eterno, quien nos ha colocado en el camino que pisamos, que nos infunde
amor por nuestros hijos, por la vida que llevamos, y es aquí, donde está la maravillosa presencia del Señor que nos
ama “sin adornos”.
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