Emisor, mensaje,
receptor en El orden del discurso” de
Michel Foucault
Sergio Núñez
Guzmán
Las interrogaciones que el lector suele hacer al texto leído son: ¿qué
dice?, ¿de qué trata?, pero en El orden
del discurso de Foucault la pregunta se convierte en polifacética pues para
mantener el diálogo con el texto, el lector necesita responder simultáneamente
a diversas demandas: ¿cuál es el mensaje?, ¿quién es el emisor?, ¿quién es el
receptor?
En la vorágine de la
lectura del texto de Foucault, se encuentra que el mensaje es el discurso y
también, al mismo tiempo, es el emisor y el receptor de sí mismo, o dicho de
otra manera, Foucault, homo sapiens, es el discurso hecho mensaje que se emite
y se capta al mismo tiempo, pues el discurso de Foucault es la palabra
universal, es el hombre que habla al hombre con su propio lógos.
El siguiente párrafo
está tomado de las páginas 12 y 13 del opúsculo citado.
El deseo dice: “No querría tener que entrar en este orden azaroso del
discurso; no querría tener relación con cuanto hay en él de tajante y decisivo;
querría que me rodeara como una transparencia apacible, profunda,
indefinidamente abierta, en la que otros respondieran a mi espera, y de la que
brotaran verdades, una a una; yo no tendría más que dejarme arrastrar, en él y
por él, como algo abandonado, flotante y dichoso”.
El deseo dice: “No querría tener que entrar. . .”, el deseo es el que dice, pero
el deseo de ¿quién? Del yo autor,
emisor, protagonista que dice no
querría entrar en el orden del discurso, no
querría tener relación con cuanto hay en
él de tajante y decisivo, y el siguiente querría es la aceptación de ¿quién?, del emisor o del receptor, o
de ambos, puesto que acepto que me rodeara como una trasparencia
apacible, profunda, indefinidamente abierta. . . El discurso, el lógos me rodea a mí. A mí, yo, lector receptor del discurso.
El yo emisor autor protagonista se desplaza al alter ego receptor
lector protagonista que soy yo, el hombre.
¿Cuál es el mensaje?,
¿dónde está? El mensaje está en la transparencia de otros discursos
indefinidamente abiertos a las respuestas que están ahí, ocultas: ¿en dónde?,
en el yo discursivo que se abandona y solamente flota dichoso, escondido
en el follaje de sus palabras.
Sergio Núñez Guzmán
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