APÍCULA Y ABEJA
Sergio Núñez Guzmán
Apícula y músculo son palabras que comparten el sufijo diminutivo latino -culus, a, um
(culo/ano,chiquito/anillo); en cambio, el radical (raíz) de músculo se puede
rastrear hasta el griego mys, myós,
ratón. El español toma el sustantivo músculo
del latín musculum,
ratoncito (Imposible dejar de pensar en nuestros bíceps mexicanos o conejos) y, el latín a su vez lo
toma del griego mys, myós
y de ahí, mus, muris, porque la y (ypsilón) se convierte en u
al pasar del griego al latín. Otra distinción está marcada por el llamado rotacismo, pues la s (sigma) del nominativo mus, en el genitivo se convierte en r por situarse entre vocales: muris.
La diferencia entre apícula
y abeja es mucha; sin embargo, abeja es el derivado directo de apícula, es decir, el lector ve en abeja un sustantivo normal del español
y difícilmente lo pensaría como el diminutivo: abejita; pero, aquí, el término abejita es el diminutivo de otro diminutivo, porque la tendencia
popular de construir diminutivos de diminutivos ha sido una característica del
lenguaje popular o, en nuestro caso, del latín vulgar o hablado.
El español evoluciona los sustantivos latinos a partir del caso
acusativo, tanto singular como plural, y el resultado es apículam y apículas, evolución que se conoce como romanceamiento.
La m final de apículam desaparece, puesto que toda m final se pierde al pasar al español
a excepción de los monosílabos que la modifican en n (cum>con), así tenemos de apículam > apícula. El siguiente paso es la sonorización de las consonantes
simples, oclusivas sordas en posición intervocálica, lo que se reduce a
recordar apotheca > bodega. Las consonantes sordas,
simples e intervocálicas se modifican en sus correspondientes sonoras: labial
en labial: p>b; dental en
dental: t>d; velar en velar: k>g. Y así, apícula > abígula.
La evolución (romanceamiento) indica que la i tónica se abre en e:
abígula > abégula, mientras que las vocales
protónicas y postónicas intermedias (intertónicas) se pierden, puesto que no
desempeñan ningún trabajo o función dentro de la unidad, y al no ser iniciales,
por lo general no encierran a la raíz; la carencia del acento las convierte en
inestables, y al no ser finales no llevan la carga semántica de los llamados
accidentes gramaticales, razones todas por las que estas vocales intertónicas
desaparecen; por tanto, abégula > abégla. El siguiente paso en el romanceamiento es la vocalización
de las consonantes velares agrupadas ya sea k o g en i, que es la palatal cerrada o yod: abégla > abéyla
(abéila), paso que debe resaltarse en la evolución, ya que origina la yod, fenómeno fonético fundamental para la explicación del
romanceamiento del latín a las diferentes lenguas romances o neolatinas. En abéila se encuentra la i del diptongo, la i semivocal que cierra la sílaba y que
es la yod con sus dos funciones:
cerrar a la vocal inmediata y
palatalizar a la consonante inmediata. De abéyla se encuentra en francés abeille (abeja), ejemplo que nos permite ver con gran claridad, de
manera simultánea, la permanencia de la vocal e que se mantiene cerrada, puesto que no se diptonga, y la
vocalización en palatal de la consonante g en yod: abégle > abéyle (abéile). La e
tónica tiende a diptongarse en español: lépore
> liebre. En abeille, la e no diptonga porque la yod
lo impide, cierra a la vocal y, esta misma yod palataliza la consonante inmediata, es decir, la l pasa a ll: abéyle > abeille.
En español, la yod, una vez que
hace su trabajo, desaparece, y de esta manera se obtiene de abéilla > abélla. Finalmente, el español evoluciona la palatal ll en j, quedando: abélla
> abeja.
Hay una gran distancia entre apícula
y abeja; empero, al
pensar en apicultura (cultivo de las abejas) se encuentra, por medio del
significado, el eslabón que asocia una palabra con otra. El enlace parece
perderse en el sufijo -culus, a, um,
que por sus sonidos no aparenta guardar relación alguna con el sufijo -ejo, a, pero que, como se ha visto, sí existe un
íntimo parentesco entre ellos, ya que el segundo es resultado del primero.
Juguemos.
Observe y reconozca los siguientes sustantivos griegos: mys, myós, ratón, músculo; sufijo -oma, tumor; álgos,
dolor; asthenées, débil; cytos, célula; máchee, lucha; bátrajos,
rana; pterón, ala; myoo, cerrar; oús, ootós, oreja; óops, oopós, ojo; píthecos,
mono.
1. Mioma es ( ) mono ratón.
2. Miositis es ( ) célula muscular.
3. Mialgia es ( ) ratón de manos aladas.
4. Miastenia es (
) la lucha de ranas y ratones.
5. Miopiteco es (
) tumor muscular.
6. Miocito es ( ) cerrazón del ojo.
7. Batracomiomaquía ( ) oreja de ratón.
8. mióptero es ( ) debilitación de los músculos.
9. miopía es ( ) inflamación de los músculos.
10. miosota es ( ) dolor muscular.
El diccionario registra un mayor número de derivados. ¿Cuántos más se
pueden añadir?
¿Qué
significará mióxidos y miótico?
Sergio
Núñez Guzmán