La ficción en el Ulises Criollo.
Sergio Núñez Guzmán
Sin
importar la página en que se abra el Ulises
Criollo de Vasconcelos, aparece de inmediato el "yo"
omnipresente y polifacético, que no puede corresponder al "yo" del
autor, sino al "yo" del protagonista, personaje de la historia
narrada por otro personaje de papel, es decir, ficticio, el narrador, inventado
por el autor para relatar unos acontecimientos, que pueden ser los propios o
los ajenos. Es a través del narrador "yo" que los hechos se
transmiten al lector. El "yo" autor enajena su relato y lo atribuye
al narrador en primera persona "yo". Lo que sucede es que hay un
doble discurso simultáneo: el primero dado en la dimensión pragmática, la
escritura del autor es innegable, real y verdadera; el segundo está dado en una
dimensión semántica puesto que es producto de un narrador, personaje ficticio
pero verosímil.
En el Ulises Criollo el narrador habla en
primera persona y por tanto es el sujeto en el plano de la enunciación, también
es el protagonista de los sucesos enunciados, produce el proceso discursivo y
es el actor principal de la historia relatada, por lo que el texto se encuentra
bajo el paralelismo yo/yo.
La
relación del lector con el texto se da por medio del (yo) narrador, es decir,
el lector conoce, primero, al (yo) protagonista de la historia y después, en
una lectura contextual, al (yo) ser de la vida real (el autor); pero este
conocimiento es suministrado por el narrador, lo que permite la manipulación
del discurso, de la enunciación y de lo que se cuenta, lo enunciado.
La
relación yo narrador/yo protagonista permite que el narrador invada al
protagonista, y le imponga su lógica, su discurso, y a la inversa, se
contaminan mutuamente. ¿Cómo distinguir si la enunciación de crítica estética
pertenece al yo narrador o al yo protagonista? ¿A quién atribuir la enunciación
de los sucesos amorosos, al yo narrador o al yo protagonista? La constante
presencia del sujeto "yo" nos remite a otro "yo", objeto
del primero, ser de la vida real (el autor). Cada "yo" constituye la
enunciación y lo enunciado por el "yo" narrador.
El
"yo" autor tiene diversos "alter ego", y uno de estos es el
narrador, éste, naturalmente, está comprometido con los hechos que forman la
intriga, se trata de un narrador parcial, comprometido con los ideales del
protagonista, ya que tanto el narrador como el protagonista son otros
"alter ego" del autor. El lector, por otro lado, puede aceptar o
rechazar el compromiso planteado ya no por el protagonista, sino por el
autor a través de su narrador.
La visión
del mundo sugerida por el narrador al estar contaminada por los "alter
ego" es subjetiva y es parcial. La visión que obtiene el lector no es
objetiva, ya que no corresponde a un criterio de verdad lógica, sino de
verosimilitud. El lector acepta creer lo propuesto por el narrador, pero de
antemano sabe que se trata de una visión parcial y subjetiva de la realidad
descrita por el texto. El "yo" autor ambiciona que su ficción sea
percibida como real. El lector suspicaz descubre la manera convencional y
manipulada de cómo han sido tratados los acontecimientos narrados.
Aquello
que el escritor puede decir como narrador, en muchas ocasiones, no lo puede
decir como autor, ya que de hacerlo, implicaría una profunda contradicción en
el origen mismo de la enunciación. La posición parcial y frecuentemente
contradictoria del "yo" amante y del "yo" religioso
encierra un grave conflicto con el "yo" ser de la vida real
(Vasconcelos), pero no con el "yo" narrador.
No es
posible negar que este texto aspira al máximo de verosimilitud por los
elementos que ha tomado de la realidad cotidiana (personajes, situaciones,
eventos, etcétera), pero que utiliza para inventar otra realidad: la ficción,
la novela.
16 de septiembre de 1991
Sergio Núñez
Guzmán.
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