lunes, 7 de abril de 2014

Ensayo de 'Latinismos deverbativos y denominativos' por Lic. Sergio Núñez Guzmán



Latinismos deverbativos y denominativos               
                                                        Lic. Sergio Núñez Guzmán

La palabra cantata, como otros términos musicales, llega al español a través del italiano, que la toma del latín. El lector sabe que el español al igual que el italiano son lenguas de origen latino; sin embargo, desconoce cómo las palabras latinas dejan de ser tales, para ser italianas o españolas o... Cantata nos obliga a pensar en cantar, y al buscar este verbo en el diccionario latino, encontramos, por un lado: cano, canis, canere, cecini, cantum; y por el otro: canto, cantas, cantare, cantavi, cantatum. El latín tiene, por lo menos, dos verbos con el sentido de cantar; uno clásico; otro vulgar. Hay que recordar que el latín vulgar es el origen de las lenguas romances o neolatinas (italiano, español, francés, portugués, rumano, etcétera). Veamos: cano se traduce canto; canis, cantas; canere, cantar; cecini, canté o he cantado y cantum, cantado. Y, ¿qué sucede con canto? No necesita traducción, pues canto es canto; cantas, cantas; cantare, cantar. Aquí, seguramente, aparece lo vulgar, al perderse la e final del infinitivo latino y quedar cantar en español. Cantavi produce canté. ¿Cómo se origina este canté? Cantavi se desprende de la toga romana y viste, en cambio, la popular y vulgar camisa románica. De esta manera, la v intervocálica desaparece, y en italiano, queda cantai;  mientras,  en  francés, existe chantai, que se pronuncia, más o menos, chanté; y en español, tenemos canté. ¿Qué ha sucedido? Entre otras cosas, al perderse la v intervocálica se unen las vocales que estaban en sílabas diferentes y surge un diptongo, en donde la i funciona como una semivocal, puesto que se articula después de otra vocal, y así, nace la YOD (fenómeno fonético fundamental en el origen de las lenguas romances), que cierra a la a en un grado y la convierte en e (cantai, canté), pues la i al ser palatal atrae a la a y la cierra en la palatal e. La yod, la i del diptongo, después de realizar su trabajo, se pierde en español. En tanto que cantatum al perder la m final y cerrar la u final en o origina el participio perfecto (pasivo o de pretérito) cantado(a), sin olvidar que de cantatum procede el término cantata del italiano. Es importante tener presente que las consonantes intervocálicas oclusivas, sordas: p, t, k se sonorizan en sus correspondientes bilabial b; dental d; velar g. El ejemplo que no se puede olvidar es el de apoteca, bodega. La simple observación del enunciado de los verbos latinos nos hace ver la irregularidad de canere y la regularidad de cantare, y al mismo tiempo, se descubre como cantare es un derivado de cantum. La tendencia lingüística, seguramente, ha sido la de seguir modelos regulares, y es por eso, que se producen esta clase de derivados deverbativos: un verbo se deriva de otro.   
          Otro derivado deverbativo es armada, ya que se deriva del participio perfecto armatus, y éste del verbo armare, armar. Arcada, en cambio, es algo hecho en forma de arco, en latín arcus, éste es el primitivo de donde se deriva arcare y el correspondiente participio perfecto o pasivo arcatus con su femenino arcata, y de ahí, arcada. Pero, ahora, arcatus, derivado de arcare, proceden del nombre (nomen) o sustantivo, arcus; motivo por el cual, este tipo de derivados se llaman denominativos.
          En algunas ocasiones, la terminación del participio perfecto de la primra conjugación latina recibió un tratamiento mucho más drástico. Bajo ciertas circunstancias, en francés, cambió a -ée o é; ambas desinencias, en inglés, se convirtieron en -y. Así, armata, al francés, pasó como armée, y de ahí, army, en inglés; iurata (jurada) fue jurée, y después, jury; volata (volada) fue volée, y posteriormente, volley. Jelly procede del francés gelée, ésta, a su vez, de la latina gelata (helada, congelada). La palabra gelatina del español tiene la misma raíz. 

          Sal significa sal en latín, y el verbo salar teóricamente sería salare* con su participio perfecto salatus. Lo más importante en una ensalada es que está salada. De manera similar, balada, originalmente, debe haber tenido mucho que ver con ballare, danzar. Y, cuando usted paga una deuda, etimológicamente, hace la paz; ya que, pagar procede de pacare, derivado de pax, pacis, paz. Y, cuando pela una naranja, etimológicamente, le quita el pelo, pues se deriva de pilare, depilar, pelar, y el verbo latino pilare de pilus, pelo.
          El verbo latino solidare deriva de solidus; por tanto, otro denominativo que significa solidificar, hacer sólido. Lo importante es el participio perfecto o pasivo, solidatus, que después de evolucionar, da soldado, es decir, el mercenario que cobraba sólidos (sueldos), monedas romanas de oro, y más tarde, ducados, también de oro; pues, qué moneda más sólida que el oro puede haber. Esta raíz tiene otros muchos derivados como soldar, consolidar, consuelda, solidez, solidaridad, soldada, asoldar, etcétera, etcétera.             
          Ejercicio
    Construya el participio perfecto derivado al español con las siguientes formas verbales latinas.
          1. amatus (amar)                            _______________________
          2. habitus (haber)                           _______________________
          3. auditus (oír)                                _______________________
          4. datus (dar)                                  _______________________
          5. factus (hacer)                              _______________________
          6. status (estar)                               _______________________
          7. absolutus (absolver)                   _______________________

          8. abstentus (abstener)                   _______________________
          9. conventus (convenir)                  _______________________
                  Lic. Sergio Núñez Guzmán.
                                  8 de febrero de 1993.

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