UNA
LECTURA DE “DÍLES QUE NO ME MATEN”
Sergio
Núñez Guzmán
La historia del cuento “Díles que no me maten” de Juan Rulfo empieza
por en medio, sigue por el principio, y termina por el final. El orden en que
aparecen los hechos narrados obedece a una lógica estética impuesta por la
ficción, la cual no tiene por qué obedecer la lógica asignada por la realidad
real.
El personaje principal de la historia es Juvencio Nava, quien se halla
en la cárcel. Después se explica la causa por la que este personaje está ahí.
El final de la historia consiste en el fusilamiento del protagonista; sin
embargo, esta ejecución no se narra. El lector se entera del hecho a través del
discurso de Justino, hijo de Juvencio Nava, que expresa: “por tanto tiro de
gracia como te dieron”, no te reconocerán tus nietos.
El lector sabe que lo no mencionado por el discurso tiene un sentido
mayor que aquel explícitamente expresado; por tanto, los significados encerrados en lo que se
infiere son mucho más importantes que aquellos otros, por lo que, de inmediato,
salta la interrogante: ¿qué sentido tiene el acto de no narrar directamente por
medio del discurso el fusilamiento de Juvencio Nava? Se comprende, por otro
lado, que la lectura de un texto de literatura soporta diversas interpretaciones,
éstas son el producto del quehacer de un lector suspicaz. Es posible suponer la
existencia de otras lecturas, pero, ¿cuáles son? Aquí se propone una respuesta
a la pregunta presentada.
En la línea horizontal imaginaria de la comunicación se encuentra, en
un extremo, el emisor, en el otro, el receptor, y en medio, el mensaje, motivo
de la comunicación.
En la primera frase: “Díles que no me maten, Justino” es posible
concebir un emisor externo al mensaje
mismo, pues se trata de Juan Rulfo, autor del cuento, del mensaje de la
comunicación; en el otro extremo está el lector, el receptor del cuento,
también externo al mensaje. Además, se descubre un emisor en Juvencio Nava,
pues éste es quien dice: “Díles que no me maten, Justino”. El receptor de este
mensaje es Justino, hijo de Juvencio Nava. Ambos son personajes situados en el
interior del mensaje.
Para poder clarificar los
contenidos de la frase que nos ocupa, es necesario que el lector se coloque en
el plano correspondiente, es decir, ha de situarse fuera y dentro del texto;
sin embargo, la respuesta buscada, únicamente, podrá encontrarse dentro del discurso y en la línea de
significación, por esto será necesario indagar los contenidos o significados
dentro de esta línea.
“Díles que no me maten, Justino”. “Di”, ¿quién? Tú. ¿Quién es tú?
Tú, Justino, ser individual, hijo de Juvencio Nava, aunque tú,
también eres tú, lector. ¿Quién es el lector? El lector somos nosotros,
el pueblo, ser social. Entonces, ¿quién es tú? ¿Qué dice? “Que no me maten”, ¿quiénes?, ellos. ¿Quiénes
son ellos (maten)? Ellos son los soldados, es el coronel, ser oficial o el
sistema. “Qué no me maten”. No maten ¿a
quién? A mí (me). ¿Quién es a mí? Es yo, Juvencio Nava, el campesino, ser
social. Pero, a mí, también, es yo, y tanto el campesino como el lector son
seres civiles, el pueblo.
En esta polifonía humana la interrogante es: ¿quién muere o quién no
muere? La voz del yo, Juvencio Nava, desaparece, el personaje muere. La voz del
yo, lector, permanece, pues éste es quien da vida al mensaje, a la obra, a la
literatura. La simbiosis lector literatura, expresión de la cultura de una
sociedad, simplemente, no puede
desvanecerse.
Al final de la narración, Justino dice: tus nietos no te
reconocerán “con tanto tiro de gracia
como te dieron”. Por este dicho del hijo sabemos que su padre, Juvencio Nava,
fue fusilado. El protagonista murió, es
decir, murió el yo del personaje, pero no murió el yo del lector, el yo del
pueblo, porque no se puede matar al lector, al pueblo.
Ellos, los soldados, el coronel, ser oficial, matan al protagonista, al yo de Juvencio
Nava, al campesino, ser civil. Ellos no escuchan el mensaje, únicamente
ejecutan las ordenes del sistema; en cambio, no pueden matar al yo, ser social,
pues ellos mismos son parte de la sociedad, y, ésta, indiferente, sólo escucha,
ignora el contenido del mensaje, no quiere comprenderlo.
Diles
que no me maten
Está buenísima esta interpretación. Y se comprende todavía más y mejor después de leer el anterior texto donde explicas con más detalle sólo el título del cuento de Juan Rulfo. ¡Qué bueno estás haciendo todas estas publicaciones! ¡Disfruto mucho leerlas! ¡Saludos!
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