viernes, 4 de abril de 2014

Una lectura de 'Díles que no me maten' por Sergio Nuñez Guzmán




UNA LECTURA DE “DÍLES QUE NO ME MATEN”

Sergio Núñez Guzmán

La historia del cuento “Díles que no me maten” de Juan Rulfo empieza por en medio, sigue por el principio, y termina por el final. El orden en que aparecen los hechos narrados obedece a una lógica estética impuesta por la ficción, la cual no tiene por qué obedecer la lógica asignada por la realidad real.

El personaje principal de la historia es Juvencio Nava, quien se halla en la cárcel. Después se explica la causa por la que este personaje está ahí. El final de la historia consiste en el fusilamiento del protagonista; sin embargo, esta ejecución no se narra. El lector se entera del hecho a través del discurso de Justino, hijo de Juvencio Nava, que expresa: “por tanto tiro de gracia como te dieron”, no te reconocerán tus nietos.

El lector sabe que lo no mencionado por el discurso tiene un sentido mayor que aquel explícitamente expresado; por tanto,  los significados encerrados en lo que se infiere son mucho más importantes que aquellos otros, por lo que, de inmediato, salta la interrogante: ¿qué sentido tiene el acto de no narrar directamente por medio del discurso el fusilamiento de Juvencio Nava? Se comprende, por otro lado, que la lectura de un texto de literatura soporta diversas interpretaciones, éstas son el producto del quehacer de un lector suspicaz. Es posible suponer la existencia de otras lecturas, pero, ¿cuáles son? Aquí se propone una respuesta a la pregunta presentada.

En la línea horizontal imaginaria de la comunicación se encuentra, en un extremo, el emisor, en el otro, el receptor, y en medio, el mensaje, motivo de la comunicación. 

En la primera frase: “Díles que no me maten, Justino” es posible concebir  un emisor externo al mensaje mismo, pues se trata de Juan Rulfo, autor del cuento, del mensaje de la comunicación; en el otro extremo está el lector, el receptor del cuento, también externo al mensaje. Además, se descubre un emisor en Juvencio Nava, pues éste es quien dice: “Díles que no me maten, Justino”. El receptor de este mensaje es Justino, hijo de Juvencio Nava. Ambos son personajes situados en el interior del mensaje.


 Para poder clarificar los contenidos de la frase que nos ocupa, es necesario que el lector se coloque en el plano correspondiente, es decir, ha de situarse fuera y dentro del texto; sin embargo, la respuesta buscada, únicamente, podrá encontrarse  dentro del discurso y en la línea de significación, por esto será necesario indagar los contenidos o significados dentro de esta línea.

“Díles que no me maten, Justino”. “Di”, ¿quién? Tú. ¿Quién es tú? Tú,  Justino, ser individual,  hijo de Juvencio Nava,  aunque tú,  también eres tú, lector. ¿Quién es el lector? El lector somos nosotros, el pueblo, ser social. Entonces, ¿quién es tú? ¿Qué dice?  “Que no me maten”, ¿quiénes?, ellos. ¿Quiénes son ellos (maten)? Ellos son los soldados, es el coronel, ser oficial o el sistema.  “Qué no me maten”. No maten ¿a quién? A mí (me). ¿Quién es a mí? Es yo, Juvencio Nava, el campesino, ser social. Pero, a mí, también, es yo, y tanto el campesino como el lector son seres civiles, el pueblo. 

En esta polifonía humana la interrogante es: ¿quién muere o quién no muere? La voz del yo, Juvencio Nava, desaparece, el personaje muere. La voz del yo, lector, permanece, pues éste es quien da vida al mensaje, a la obra, a la literatura. La simbiosis lector literatura, expresión de la cultura de una sociedad, simplemente,  no puede desvanecerse. 

Al final de la narración, Justino dice: tus nietos no te reconocerán  “con tanto tiro de gracia como te dieron”. Por este dicho del hijo sabemos que su padre, Juvencio Nava, fue fusilado. El protagonista  murió, es decir, murió el yo del personaje, pero no murió el yo del lector, el yo del pueblo, porque no se puede matar al lector, al pueblo.

Ellos, los soldados, el coronel, ser oficial,  matan al protagonista, al yo de Juvencio Nava, al campesino, ser civil. Ellos no escuchan el mensaje, únicamente ejecutan las ordenes del sistema; en cambio, no pueden matar al yo, ser social, pues ellos mismos son parte de la sociedad, y, ésta, indiferente, sólo escucha, ignora el contenido del mensaje, no quiere comprenderlo. 

Diles que no me maten

2 comentarios:

  1. Está buenísima esta interpretación. Y se comprende todavía más y mejor después de leer el anterior texto donde explicas con más detalle sólo el título del cuento de Juan Rulfo. ¡Qué bueno estás haciendo todas estas publicaciones! ¡Disfruto mucho leerlas! ¡Saludos!

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