El escritor y el dragón en
JULIO TORRI
Lic.
Sergio Núñez Guzmán
El inolvidable Julio Torri se hace
presente una y otra vez, en sus breves y finos relatos llenos de ironía.
Cuando leemos, entre otros, aquella
prosa titulada El héroe,
imaginamos, de inmediato, un protagonista de hechos heroicos, y por esto
convertido en héroe. Torri, a través de su narrador en primera persona, en
seguida desengaña al lector, pues se trata de un heroísmo falso, ya que la
primera actuación del héroe es matar con premeditación, alevosía y ventaja al
dragón, que pagaba impuestos y depositaba, cándido, su voto en las urnas. El
héroe, naturalmente, resulta "adulterado" y cobarde, es un antihéroe.
El lector ve, así, que las palabras adquieren distintas connotaciones. El
"yo" narrador juega con las palabras, y al mismo tiempo busca en el
lector al compañero de ese juego. El emisor, Julio Torri, pone a disposición
del narrador su conocimiento del mundo, siendo, además, el maestro de
literatura que interroga desde el texto, por medio del narrador, a su lector alumno.
Si el héroe no es héroe, entonces, el
dragón no es dragón, o ¿en qué consiste el referente de este mensaje?, ¿de qué
habla? El lector se encuentra ante una disyuntiva: entender al dragón como
dragón o darle un segundo contenido.
Todo indica que el dragón tiene,
además del primer contenido, dragón, otras connotaciones.
Pensar en dragón es imaginar una
enorme lagartija "pechugona" con alas, y que echa fuego por la boca.
Este concepto, desde luego, no está sacado del diccionario, brota desde el
fondo de los recuerdos de lecturas hechas o escuchadas. Lo importante es el
rasgo distintivo del dragón: echa fuego por la boca. ¿Quién es el dragón?,
¿cuál es el fuego que lanza por la boca? Reconocemos al dragón por su lengua,
por sus palabras que son el fuego que arroja: "la sangre del dragón nos
une"; "tu heroicidad me ha hecho tuya para siempre"; "la
lengua del dragón fue el ábrete sésamo". La princesa, hija del rey,
compañera del protagonista es quien pronuncia tales palabras; por tanto es el
dragón; sin embargo, la última frase, "la lengua del dragón fue el ábrete
sésamo", pone en duda la afirmación, porque la lengua del dragón es el
verbo, las palabras que utiliza el "yo" narrador protagonista. De
esta manera, aparece otro dragón; no hay que
olvidar al
otro "inofensivo monstruo".
En el enunciador del discurso están
fundidos el narrador y el protagonista, ambos son el "yo" (maté al
dragón). El autor, emisor del relato, se esconde, por decirlo así, detrás del
narrador. Las palabras del "yo" (narrador protagonista/autor) son las
que abren el sésamo. Si esto es así, el "yo" es el dragón, puesto que
también arroja fuego (palabras) por la boca.
El dragón es el inofensivo monstruo al
que mató el protagonista; es, también, la princesa o venerable matrona con la
que se casó el héroe; es, además, el narrador autor que abre el sésamo con sus
palabras. El dragón es un ser polifacético, que se convierte en el objeto,
primero, deseado por el héroe, puesto que mató al "inofensivo
monstruo", y como resultado de su acción no tuvo "más remedio que
apechugar con la hija del rey", y después ese objeto es no deseado por el
mismo héroe; no desea la compañía del dragón, "envidia la sepultura
olvidada de los héroes sin nombre", rechaza su propia heroicidad al
"haber comprado con una villanía bienestar y honores". El héroe abrió
el sésamo y ahora no lo acepta. El sésamo es la palabra mágica que abre la
cueva de Alí Baba, el lugar donde se unen los amantes que cometen villanías: el
héroe y su princesa. El sésamo es el matrimonio con el que "no hubo más
remedio que apechugar" para cubrir las apariencias en "inocente
simplicidad".
El héroe mata al inofensivo dragón que
no echa fuego por la boca, y termina durmiendo con otro que sí lo hace, de lo
que no se arrepiente el resto de su vida.
Julio Torri parece que fue un solterón empedernido, pues oficialmente
nunca estuvo casado. El matrimonio de Torri es otro. Está casado con su obra, con las palabras que
rasgan el sésamo del dragón, la blancura del papel, con la pasión de la que no se
arrepintió en toda su vida: la literatura.
Julio Torri es el creador de un mundo
literario, en donde lo característico de esta creación es el fuego de la
palabra, su ironía, su ambigüedad. Es el maestro, que desde el silencio de sus
escritos, quiere jugar con el lector, y lanza la pregunta: ¿qué es el dragón?
Si el lector es capaz de encontrar, primero, la pregunta, y después, la
respuesta; no dejará de sentir la fascinación que causan los textos de Julio
Torri.
SERGIO NúÑEZ GUZMáN
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