Catedral
Sergio Núñez
Guzmán
La herencia griega en los
helenismos
Multitud de palabras griegas,
primero, pasan al latín, después a las lenguas romances y al inglés; una de
éstas ha sido kathédra (kata- + hédra), silla, asiento; de donde deriva
la cathedral inglesa y la catedral española, pues en ella se
encuentra la silla o asiento del obispo. El significado original de cátedra
aparece en la expresión ex cathedra, literalmente, desde la silla,
pero se especializó en significar desde la silla del maestro, es decir, con
autoridad.
El sustantivo kathédra
evoluciona su dental intervocálica, oclusiva sorda t en su
correspondiente dental oclusiva, sonora d (las intervocálicas oclusivas
sordas p,t,k pasan al español como b,d,g); y el grupo de
consonantes dr latino pasa al español como d (Otro ejemplo puede
ser quadraginta -cuadragésimo- cuarenta), por lo que kathédra da cadera;
y así, en francés antiguo se pierde la dental intervocálica y se origina
chaëre (la ka inicial latina pasa al
francés como ch), de donde se
formó la chair del inglés y la variante chaise del francés
moderno.
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Apothéeka, almacén,
pasa al latín apotheca y al español apoteca, junto con la
variable popular: bodega, así de apotheca tenemos bodega. Se
observa una correspondencia perfecta en el romanceamiento de las consonantes,
pues todas son, en apotheca, intervocálicas simples, oclusivas, sordas;
y al pasar al español siguen siendo intervocálicas simples, oclusivas, pero
ahora sonoras; además, vemos el exacto intercambio entre las bilabiales
p en b; las dentales t en d y las velares k
en g. Es un ejemplo digno de recordarse el cambio de apoteca en bodega.
La pérdida del sonido inicial (a) recibe el nombre de aféresis.
El derivado del verbo griego
eleéoo, compadecerse, es eleeemosúnee, limosna; en los cambios
que sufrió la posición del acento en este sustantivo está el juego del
romanceamiento o su paso al latín eleemósyna, y de aquí, la elemósina
o limósina italiana y la limosna española, donde la y(ü)psilón
griega o la y latina se perdió por ser postónica o sea intermedia
átona. Si la pérdida de un sonido inicial constituye la aféresis,
en medio de palabra es una síncopa o una elisión. De todos
nosotros es conocido el apócope de ciento, cien; donde se pierden
los sonidos finales del vocablo. En francés, eleemósyna dio aumône;
al intentar explicar este término, encontramos que eleemósyna registra
las variantes alemósyna y alemosína, esto aclara, entre otras
cosas, la presencia de la a de aumône. Se encuentra, además, la
doble pérdida de las vocales intermedias átonas, tanto protónica (antes de la
sílaba tónica, acentuada), como de la postónica (después de la sílaba tónica,
acentuada). Veamos: al(e)mós(i)na >(origina) almósna. El
acento circunflejo de aumône explica la caída de la s, por lo que
resta almôna; la l del grupo de consonantes lm se vocaliza
en -u- (como en pulmonem, poumon). Ahora tenemos de almôna>aumôna.
El género y número gramaticales se indican, en francés, con la desinencia -e,
que sustituye a la -a final latina, con lo que se obtiene aumône.
Y, en inglés, se encuentra alms, lo que parece increible.
Marzo 1999
SERGIO NÚÑEZ GUZMÁN
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