lunes, 31 de marzo de 2014

Diacronía en la sincronía de 'Capellán, escapar, chaperón' por Sergio Núñez Guzmán




CAPELLÁN, ESCAPAR, CHAPERÓN

Sergio Núñez Guzmán

Capellán, escapar, chaperón, tienen un mismo origen y por tanto comparten, al menos, un rasgo distintivo en su significado.

Las palabras capellán, escapar, chaperón se presentan con una desigualdad total en su fonética, es decir, en sus sonidos; sin embargo, para el lector común y corriente no hay una posible identificación entre estos términos. La sorpresa surge cuando se descubre que estos tres vocablos son derivados de la misma palabra latina cappa. El diccionario latino-español de Blánquez Fraile dice cappa, ae. Tocado o adorno de la cabeza. Surge la fascinación cuando el lector intenta dar respuesta a cómo de cappa nace capellán, escapar, y chaperón el atento lector se da cuenta que el explicar los cambios implica tanto la fonética como el significado de éstos. Es conveniente ser conscientes del objeto que se intente explicar. Los sonidos, la fonética es, por así decirlo, la parte material de la palabra o mejor del signo lingüístico, puesto que al representar estos sonidos de manera gráfica en el papel no sólo se escuchan sino que también los podemos ver.  El significado es la parte intangible del signo lingüístico, es la imagen conceptual que el lector imagina. Escapar es el acto de huir pero muy difícilmente será ex cappa, fuera cappa. La  capa es un estorbo para huir. La cappa latina presenta la consonante geminada -pp- que al pasar al español se asimila y queda -p- y así de cappa capa.


El diminutivo de cappa es cappella, y de aquí se explica capellán, sólo en su fonética. La traducción de cappella, puesto que es el diminutivo de cappa capita, ya que el hablante de español entiende a capellán como quien da los servicios religiosos en la capilla. La distancia entre capilla y capita es mucha. ¿Por qué? ¿Cómo es posible establecer las relaciones de contenido, de significado entre estos términos?. Es necesario pensar que todas y cada una de las palabras que constituyen el tesoro léxico de una lengua tienen su propia historia - lingüística diacrónica -, y sólo cuando se acude a esta historia interna de la lengua se encuentran diversas explicaciones que pueden satisfacer nuestros requerimientos de conocimiento y así encontramos que San Martín de Tours (murió en 397), cuando era soldado en el ejército romano, se cree que partió su capa militar (latín vulgar cappa) a la mitad y cubrió con una parte a un pordiosero que temblaba de frío a las puertas de Amiens y envolvió la otra parte en sus propios hombros. La capa de San Martín, después de su muerte, se conservó como una reliquia entre los reyes francos. Se hicieron acompañar por esta reliquia y la protegían en una tienda, que por esta razón fue llamada capella (capilla). Y el guardián de la reliquia recibió el nombre de cappellanus (capellán). Durante la época de paz, los reyes guardaban la reliquia en un oratorio de su palacio. Este salón servía como un oratorio privado al que se le llamó cappella (capilla) al rededor del siglo VII, el término cappella (capilla) fue utilizado para cualquier oratorio donde se celebrará misa. En el siglo XI, el francés tomó la palabra cappella como chapele, de donde la tomó el inglés a principio del siglo XIII.



              










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