El
Carrizal.
Sergio
Núñez Guzmán
Primera parada del viaje: El Carrizal, baños
termales. Una especie de represa, una albercota donde nace a borbotones agua
caliente. ¡Qué descanso! ¡Qué delicia!
Subimos a comer a una rústica fonda situada en la
cumbre de una colina, para llegar ahí, cruzamos un largo puente colgante hecho
de cables, y que se movía "al ritmo de las caderas" de nuestras
compañeras. No sé cómo, de pronto, aparecieron las aguas moviéndose rápidas en
el fondo del abismo, tuve la sensación de vivir una película de Tarzán en la
selva, quería tomar una liana y saltar del puente, pero me detuvo el miedo,
sabía que no me iba a caer, pero sentí miedo, no el que siente el espectador de
la película sino otro miedo. Tengo que declarar que corrió otro líquido, además
del que escurría por el traje de baño.
Desde el sitio donde comíamos, veíamos deslizarse,
tranquilo, el río caudaloso. Mi vista gratamente sorprendida aprendía otro
paisaje.
Llegamos al atardecer a Veracruz, al tres veces
heroico puerto. Arribamos al loby del hotel, y mis ojos reposaron en el verde de nuestra bandera
patria, que colgaba en uno de los muros de aquella estancia, y junto a nuestro
lábaro estaban otros dos extranjeros, me pregunté por qué.
Entré al cuarto y cansado caí en la cama, un rato
después, prendí la lámpara del buró, lo primero que se iluminó fue un libro,
que empecé a hojear, era una biblia en inglés con traducción al español. ¿Por
qué estaba ahí esa biblia? ¿Regalo del hotel para sus huéspedes? Apagué la luz,
y meditando, me quedé dormido.
Al día siguiente, recorrimos la carretera que va del
puerto de Veracruz a Villahermosa. Llovió prácticamente durante todo el
trayecto, pero qué manera de llover. Sólo en esos momentos se comprenden las
explicaciones, acerca de los climas, dadas por los libros de geografía:
tropical húmedo. Sentí el placer de la humedad, de la lluvia y del calor. Había
una gran distancia entre el aquí y ahora y ese otro aquel y mañana.
Villahermosa, hermosa, muy hermosa villa. Su museo
de la Venta, el Pellicer, su catedral, su... su Paseo de la Ilusiones. ¿Cuándo
podré volver a ti, la muy hermosa, para caminar por tu Paseo de las Ilusiones?
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