La ficción en el Ulises
Criollo.
Sergio Núñez
Guzmán
Sin
importar la página en que se abra el Ulises Criollo de José Vasconcelos,
aparece de inmediato el “yo” omnipresente y polifacético, que no puede
corresponder al “yo” del autor, sino al “yo” del narrador en que se ha
transformado el propio escritor, pues es a través de este yo narrador que los
hechos se transmiten al lector. El narrador no es el autor sino un personaje
más de los hechos narrados, y este narrador representa un papel ideado para él
por el autor mismo; aquí encontramos la relación entre el yo autor y el yo
narrador, en donde el yo autor enajena su relato y se lo atribuye al narrador
en primera persona: “yo”.
En el Ulises
Criollo, el narrador habla en primera persona y, por tanto, es el
protagonista de la enunciación y también es el protagonista de los hechos
enunciados; produce el discurso y es el actor principal en los acontecimientos
relatados, por lo que el texto está dado bajo el paralelismo: yo/yo.
Esta
relación yo narrador/yo protagonista permite que el narrador invada al
protagonista para imponerle su lógica y su discurso y a la inversa, es decir,
se contaminan mutuamente. ¿Cómo distinguir si la enunciación de crítica
estética pertenece al yo protagonista o al yo narrador? ¿A quién atribuir la
enunciación de los sucesos amorosos, al yo narrador o al yo protagonista? La
constante presencia del “yo” nos remite a un “yo” político, esposo, amante,
creyente, abogado, crítico social, escritor, etcétera. Estos distintos “yoes”
están descritos por el yo narrador y los “yoes” constituyen lo narrado por el
“yo”.
El yo
protagonista tiene diversos “alter ego” y uno de éstos es el narrador.
Naturalmente que este narrador en primera persona es un narrador comprometido
con los hechos que forman la intriga, y por tanto, es un narrador parcial y que
desde luego toma partido; debido a esto es posible decir que el Ulises
Criollo es una obra comprometida con los ideales del personaje
protagonista, pero es algo muy distinto el que el lector acepte o rechace el
compromiso en busca de determinados ideales que plantea ya no el narrador sino
el protagonista.
La visión
del mundo que nos da el narrador al estar contaminada del yo protagonista, es
subjetiva y es parcial; de esta manera, la visión del mundo obtenida por el
lector, no es objetiva, ya que no corresponde a un criterio de verdad lógica,
sino de verosimilitud, puesto que el lector acepta creer lo propuesto por el
narrador, aunque de antemano sabe que se trata de una visión parcial y
subjetiva de esa realidad descrita en el texto. El yo narrador ambiciona que su
ficción sea percibida como real; sin embargo, un lector suspicaz puede
descubrir la manera convencional y manipulada de cómo se tratan los
acontecimientos narrados.
Lo que el
escritor puede decir como narrador, en muchas ocasiones, no lo puede decir como
ser social, ya que de hacerlo implicaría una profunda contradicción desde el
origen del discurso. La posición parcial y frecuentemente contradictoria del
“yo amante” y del “yo religioso” encierra un grave conflicto con el “yo héroe
protagonista” (Vasconcelos), pero no con el “yo narrador”.
No es posible
negar que este texto aspira al máximo de verosimilitud por los elementos que ha
tomado de la realidad cotidiana (personajes, situaciones, eventos), pero que
utiliza para inventar otra realidad: la ficción, la novela.
Se encuentran
datos pertinentes en la obra con los cuales podemos organizar mentalmente la
evocación de referentes posibles que se presentan como efectos de realidad,
pero que son a su vez producto del discurso literario, es decir, de la ficción.
Tanto la
presencia del narrador como el efecto de verosimilitud sitúan al texto en la
ficción, en la literatura.
Sin importar la página en que se abra el Ulises Criollo de Vasconcelos,
aparece de inmediato el "yo" omnipresente y polifacético, que no
puede corresponder al "yo" del autor, sino al "yo" del
protagonista, personaje de la historia narrada por otro personaje de papel, es
decir, ficticio, el narrador, inventado por el autor para relatar unos
acontecimientos, que pueden ser los propios o los ajenos. Es a través del
narrador "yo" que los hechos se transmiten al lector. El
"yo" autor enajena su relato y lo atribuye al narrador en primera
persona "yo". Lo que sucede es que hay un doble discurso simultáneo:
el primero dado en la dimensión pragmática, la escritura del autor es
innegable, real y verdadera; el segundo está dado en una dimensión semántica
puesto que es producto de un narrador, personaje ficticio pero verosímil.
En el Ulises Criollo el narrador habla en primera persona y por tanto
es el protagonista de la enunciación, también es el protagonista de los hechos
enunciados, produce el discurso y es el actor principal de la historia
relatada, por lo que el texto se encuentra bajo el paralelismo yo/yo.
La relación del lector con el texto se da
por medio del (yo) narrador, es decir, el lector conoce, primero, al (yo)
protagonista de la historia y después, en una lectura contextual, al (yo) ser
de la vida real (el autor); pero este conocimiento es suministrado por el
narrador, lo que permite la manipulación del discurso, de la enunciación y de
lo que se cuenta, lo enunciado.
La relación yo narrador/yo protagonista
permite que el narrador invada al protagonista, y le imponga su lógica, su
discurso, y a la inversa, se contaminan mutuamente. ¿Cómo distinguir si la
enunciación de crítica estética pertenece al yo narrador o al yo protagonista?
¿A quién atribuir la enunciación de los sucesos amorosos, al yo narrador o al
yo protagonista? La constante presencia del sujeto "yo" nos remite a
otro "yo", objeto del primero, ser de la vida real (el autor). Cada
"yo" constituye la enunciación y lo enunciado por el "yo" narrador.
El "yo" autor tiene diversos
"alter ego", y uno de estos es el narrador, éste, naturalmente, está
comprometido con los hechos que forman la intriga, se trata de un narrador
parcial, comprometido con los ideales del protagonista, ya que tanto el
narrador como el protagonista son otros "alter ego" del autor. El
lector, por otro lado, puede aceptar o rechazar el compromiso planteado ya no
por el protagonista, sino por el autor a
través de su narrador.
La visión del mundo sugerida por el
narrador al estar contaminada por los "alter ego" es subjetiva y es
parcial. La visión que obtiene el lector no es objetiva, ya que no corresponde
a un criterio de verdad lógica, sino de verosimilitud. El lector acepta creer
lo propuesto por el narrador, pero de antemano sabe que se trata de una visión
parcial y subjetiva de la realidad descrita por el texto. El "yo"
autor ambiciona que su ficción sea percibida como real. El lector suspicaz
descubre la manera convencional y manipulada de cómo han sido tratados los
acontecimientos narrados.
Aquello que el escritor puede decir como
narrador, en muchas ocasiones, no lo puede decir como autor, ya que de hacerlo,
implicaría una profunda contradicción en el origen mismo de la enunciación. La
posición parcial y frecuentemente contradictoria del "yo" amante y
del "yo" religioso encierra un grave conflicto con el "yo"
ser de la vida real (Vasconcelos), pero no con el "yo" narrador.
No es posible negar que este texto aspira
al máximo de verosimilitud por los elementos que ha tomado de la realidad
cotidiana (personajes, situaciones, eventos, etcétera), pero que utiliza para
inventar otra realidad: la ficción, la novela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario