EL HÉROE JULIO TORRI
El recuerdo de
Julio Torri se hace presente en sus breves y finos relatos llenos de ironía.
Cuando leemos,
entre otros, el cuento titulado “El héroe”, imaginamos de inmediato a un
protagonista de hechos heroicos, y por esto convertido en héroe. Torri, a
través de su narrador en primera persona, en seguida desengaña al lector, pues
se trata de un heroísmo falso, ya que la primera actuación del héroe es matar
con premeditación, alevosía y ventaja al dragón, que pagaba impuestos y depositaba,
cándido, su voto en las urnas. El héroe, naturalmente, resulta “adulterado” y
cobarde, es un antihéroe. El lector ve, así, que las palabras adquieren
distintas connotaciones. El yo narrador juega con las palabras, y al mismo
tiempo busca en el lector al compañero de ese juego. El emisor, Julio Torri,
pone a disposición del narrador su conocimiento del mundo, siendo, además, el
maestro de literatura que interroga desde el texto, por medio del narrador, a
su lector alumno.
Si el héroe no
es héroe, entonces, el dragón no es dragón, ¿o en qué consiste el mensaje de
este cuento? ¿de qué habla? El lector se encuentra ante una disyuntiva:
entender al dragón como dragón o darle un segundo contenido.
Todo indica que
dragón tiene, además del primer contenido dragón, otras connotaciones.
Pensar en dragón
es imaginar una enorme lagartija “pechugona” con alas, y que echa fuego por la
boca. Este concepto, desde luego, no está sacado del diccionario, brota desde
el fondo de los recuerdos de lecturas hechas o escuchadas. Lo importante es el
rasgo distintivo del dragón que echa fuego por la boca. ¿Quién es el dragón?,
¿cuál es el fuego que lanza por la boca?
Reconocemos al dragón por su lengua, por sus palabras que son el fuego
que arroja: “la sangre del dragón nos une”; tu heroicidad me ha hecho tuya para
siempre”; “la lengua del dragón fué el ábrete sésamo”. La princesa, hija del
rey, compañera del protagonista es quien pronunció tales palabras ; por tanto,
es el dragón; sin embargo; la última frase, “la lengua del dragón fué el ábrete
sésamo”, pone en duda la afirmación, porque la lengua del dragón es el verbo,
es decir, las palabras que utiliza el yo narrador protagonista. De esta manera,
aparece otro dragón; no hay que olvidar al otro “inofensivo monstruo”.
En el enunciador
del discurso están fundidos el narrador y el protagonista, ambos son el yo
(“maté al dragón”). El autor, emisor del relato, se esconde, por decirlo así,
detrás del narrador. Las palabras del yo (narrador protagonista/autor) son las
que abren el sésamo. Si ésto es así, el yo es el dragón puesto que también
arroja fuego (palabras) por la boca.
El dragón es el
inofensivo monstruo al que mató el protagonista; es, también, la princesa o
venerable matrona con la que “apechugó” el héroe; es también el narrador autor
que abre el sésamo con sus palabras. El dragón es un ser polifacético que se
convierte en el objeto primero deseado por el héroe, puesto que mató al
“inofensivo monstruo”, y como resultado de su acción no tuvo “más remedio que
apechugar con la hija del rey”, y después ese objeto es no deseado por el mismo
héroe; no desea la compañía del dragón, “envidia la sepultura olvidada de los
héroes sin nombre”, rechaza su propia heroicidad al “haber comprado con una
villanía bienestar y honores”. El héroe abrió el sésamo y ahora lo rechaza. El
sésamo es la palabra mágica que abre la cueva de Alí Baba, el lugar donde se
unen los amantes que cometen villanías: el héroe y su princesa. El sésamo es el
matrimonio con el que “no hubo más remedio que apechugar” para cubrir las
apariencias en “inocente simplicidad”.
El héroe mata al
inofensivo dragón que no echa fuego por la boca y termina durmiendo con otro
que sí lo hace, de lo que se arrepiente el resto de su vida.
Julio Torri
parece que fue un solterón empedernido, pues oficialmente nunca estuvo casado.
El matrimonio de Torri es otro. Está casado con su obra, con las palabras que
rasgan el sésamo del dragón, la blancura del papel, con la pasión de la que no
se arrepintió en toda su vida; la literatura.
Julio Torri es
el creador de un mundo literario en donde lo característico de esta creación es
el fuego de la palabra, su ironía, su ambigüedad. Es el maestro que desde el
silencio de sus escritos quiere jugar con el lector, y lanza la pregunta: ¿qué
es el dragón? Si el lector es capaz de encontrar, primero la pregunta, y
después la respuesta, no dejará de sentir la fascinación que causan los textos
de Julio Torri.
Sergio Núñez Guzmán
¡Excelente argumentación!
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