LA ACTUALIDAD DEL AYER EN EL HOY
Sergio Núñez Guzmán
A un mismo río, el lobo y el cordero habían venido,
obligados por la sed; en la parte más alta estaba el lobo y muchos más abajo el
cordero.
Entonces por su gran voracidad instigado el ladrón (el lobo)
buscó causa o motivo de riña. ¿Por qué, le dijo, me pusiste el agua turbia
cuando yo estaba bebiendo? El cordero, por el contrario, tímido (le dijo): yo
te pregunto ¿cómo puedo yo hacer lo que tú me arguyes? El agua (el líquido)
corre desde donde tú estas hasta donde yo bebo.
Rechazado aquél por la fuerza de la verdad, dijo: ya hace seis meses que
has hablado mal de mí. El cordero le responde: todavía no había yo nacido. Por
Hércules, dijo, entonces, tu padre habló mal de mí. Y así, habiéndolo arrebatado
lo despedazó con una muerte injusta.
Esta fábula está escrita para aquellos hombres que por
motivos imaginados oprimen a los inocentes.
El lobo y el cordero. Fedro
La fábula El lobo y el cordero recuerda de muchas
maneras la presencia del mundo clásico en nuestro propio universo.
Las palabra “fábula” da otro sentido, dentro de este contexto, a los términos
“lobo” y “cordero”, pues el destinatario comprende que “lobo” no es “lobo” y
que “cordero” no es “cordero”. Esto implica pasar de una primera lectura,
denotativa, en donde los sonidos (significante) se identifican con el contenido
(significado), lobo / lobo, cordero / cordero a una segunda, connotativa, en donde los
mismos sonidos no se identifican con su correspondiente contenido: lobo /
maldad, cordero / inocencia; es decir,
el significante no es igual al significado. El lector descubre que
aquello de lo que habla la fábula, no se encuentra fuera de la comunicación,
porque el referente buscado está en ella misma, está construido en su
interioridad, está en los personajes, en la persona, está enmascarado.
Y en la máscara nace la oposición lobo/ maldad, cordero/inocencia, en
donde están presentes diversos rasgos semánticos que caracterizan lo humano.
El cuarto renglón del texto latino empieza con la palabra latro,
con la cual se subraya el contenido humano, puesto que el significado
“ladrón” esta referido al “lobo”, y...así se humaniza el lobo, y...así se
animaliza el hombre. El contexto deja de ser el texto para ser el contexto
humano, la actualidad, el hombre que muchas veces busca la satisfacción
de sus intereses con un hacer enmascarado, el hacer del lobo.
El lobo inicia la disputa porque está dispuesto a mostrar
la voracidad que lo define. Comienza el pleito y enmascara la injusticia de sus
hechos con argumentos falsos. El cordero sacude al lobo con la verdad que sólo
muestra las razones de la inocencia. Sucumbe la razón y la verdad ante la
fuerza física y el poder de la mentira y de la injusticia. Y... la justicia... En
este mundo animalizado no hay razones,
no hay justicia, no hay leyes (estado fallido), y el “lobo” es el “lobo”, y el
“cordero” es el “cordero” y... el hombre, ¿donde está?, ¿cuál hombre?
el hombre de allá, de ayer, del mundo clásico, o el hombre de
aquí, de hoy, de nuestro mundo. Y... la razón, la ley que permite al hombre
de ayer o de hoy realizarse como humano, ¿dónde está? Y... el Fedro
responde que la justicia o la injusticia están tan lejos o tan cerca como está
el allá o el aquí, el hombre, tú o yo. ¿Cuál es la respuesta de nuestro
mundo?, es decir, ¿cuál es nuestro hacer que señale nuestro ser?, ¿cuál es
nuestra respuesta?, pues la injusticia y la sinrazón están presentes en el aquí y ahora de nuestro
mundo.
Y... el mundo clásico renace en nuestro universo, pues
Fedro es el ayer en el hoy, que nos dice estoy aquí; por esto, por la vitalidad
y vigencia de su verdad, nos contagia la alegría de vivir en dignidad y en
honor.
Quien remite no puede pensar que la respuesta sea nuestro
silencio, quiere hablar con la razón manifestada en las palabras que muestren
al verdadero hombre como un ser responsable de su dignidad y de su honor.
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