Literatura y
traducción
Sergio Núñez
Guzmán
Literatura y traducción son palabras que encierran en sí mismas la
historia de la cultura humana.
El hombre transfiere su
pensamiento a sus semejantes por medio del lenguaje, y así, se identifica como
humano, puesto que las palabras transportadoras del mensaje son la traducción
de la necesidad vital de comunicarse con la sociedad en que se convive con el
otro y aun con el propio alter ego.
Las unidades básicas
del mensaje son las palabras, entendidas tanto por el emisor como por el
receptor; no obstante, la comunicación se interrumpe cuando aparece la
incomprensión, ya que el mensaje se corta porque el código utilizado es parcial
o totalmente desconocido por el receptor. Es, en este aquí y ahora, cuando la
presencia del traductor se hace patente,
pero ¿qué hace el traductor?
El intérprete traduce,
traslada, descifra, vierte, glosa, explica, esclarece, descifra, aclara,
dilucida el mensaje interrupto, en una palabra, juega con las dicciones, pero.
. . ¡cuidado!, los vocablos están implícitos en códigos que a su vez
enclaustran otros, y, si el traductor no conoce bien el sociolecto original, se
produce una mala traducción, interpretación, traslación, etcétera, ¿por qué?
Porque traducir no es tan solo traducir palabras, es traducir cultura, puesto
que en este tejido sociocultural se encuentran los textos, las letras (lat.litterae), las literaturas.
Las palabras son la
expresión de la cultura de un yo emisor, quien establece el aquí y ahora de la
interacción comunicativa; por lo tanto, el traductor, como emisor del mensaje
que no le pertenece, ha de ser consciente de las circunstancias de lugar y
tiempo, es decir socioculturales que rodearon al mensaje original, para, así,
poder señalar los referentes extralingüísticos implícitos en el mensaje, ya que
el léxico utilizado genera referentes que corresponden al sociolecto del emisor
original, a la cultura y a las letras de la época del autor del mensaje.
Los diferentes campos
semánticos del barroquismo muestran la endogamia léxica propia de esta
corriente literaria, en donde el verso gongorino sorprende tanto por el
significado de cada lexema como por el significado expresado en la totalidad de
la línea versal, pues en Media luna las
armas de su frente, el lector entiende todas y cada una de las palabras;
sin embargo, ¿cuál es el contenido? ¿De qué habla? Como se observa, la interpretación, la traducción
es necesaria aun para comprender mensajes en la propia lengua materna, o ¿qué
es traducir? o ¿qué alcances tiene la interpretación? El traductor cuidadoso de
su propio hacer, primero, investiga acerca del barroquismo y después glosa el
verso barroco.
La segmentación del
verso mencionado a partir de los dos núcleos nominales que lo constituyen,
permite poner por un lado media luna
y por el otro las armas de su frente,
con lo cual la descripción plástica de la media
luna hace ver al lector: los cuernos,
que a su vez son las armas de la frente del toro, así, el rasgo distintivo
del toro son los cuernos, que
identifican la forma de media luna,
pero no a la luna misma. Lo que aquí se resalta es el juego de referentes
intratextuales y extratextuales, donde los primeros envían a los segundos, por
lo que la tarea del intérprete es explicarse la relación entre unos y otros, y
entender el cómo interactúan entre sí para originar nuevos significados en la
lengua de origen y cómo traducirlos a la lengua de llegada.
El conjunto de rasgos
distintivos o semas que constituyen el lexema frecuentemente están alterados en
su significado por las relaciones que guardan con otros lexemas del conjunto
del cual forman parte (media luna>cuernos), a lo que se añade la presencia
de afijos que nuevamente matizan el contenido léxico, por lo cual la traducción
palabra por palabra suele fracasar, ya que el conjunto de semas que conforman
un lexema, a la palabra de una lengua, difícilmente coinciden con otro conjunto
sémico de otra palabra, por lo cual se afirma la no existencia de sinónimos
perfectos aun en una misma lengua puesto que el significado se encuentra en las
disimilitudes.
Hay textos que al
traducirse mejoran y otros empeoran, ¿por qué? El yo del traductor está
presente en su trabajo, ya que es importante conocer en qué consiste el éxito o
el fracaso de una traducción, puesto que la lógica acepta la explicación del
verso anterior, pero no así una traducción poética, pues la reducción del verso
a un referente externo solamente mostraría la incapacidad para llevar a cabo
una buena paráfrasis versal.
La traducción es una tarea
muy difícil que desafía la inteligencia del intérprete y, por lo mismo, labor
digna de realizarse, donde un buen traductor está consciente de lo que implica
este quehacer y, por tanto, necesita tomar decisiones sabias.
Sergio Núñez Guzmán