El
Carrizal.
Sergio
Núñez Guzmán
Agosto 1990
Primera parada del viaje: El Carrizal, baños
termales. Una especie de represa, una albercota donde nace a borbotones agua
caliente. ¡Qué descanso! ¡Qué delicia!
Subimos a comer a una rústica fonda
situada en la cumbre de una colina, para llegar ahí, cruzamos un largo puente
colgante hecho de cables, y que se movía "al ritmo de las caderas" de
nuestras compañeras. No sé cómo, de pronto, aparecieron las aguas moviéndose
rápidas en el fondo del abismo, tuve la sensación de vivir una película de
Tarzán en la selva, quería tomar una liana y saltar del puente, pero me detuvo
el miedo, sabía que no me iba a caer, pero sentí miedo, no el que siente el
espectador de la película sino otro miedo. Tengo que declarar que corrió otro
líquido, además del que escurría por el traje de baño.
Desde el sitio donde comíamos, veíamos
deslizarse, tranquilo, el río caudaloso. Mi vista gratamente sorprendida
aprendía otro paisaje.
Llegamos al atardecer a Veracruz, al
tres veces heroico puerto. Arribamos al loby del hotel, y mis ojos reposaron en el verde de nuestra bandera
patria, que colgaba en uno de los muros de aquella estancia, y junto a nuestro
lábaro estaban otros dos extranjeros, me pregunté por qué.
Entré al cuarto y cansado caí en la
cama, un rato después, prendí la lámpara del buró, lo primero que se iluminó
fue un libro, que empecé a hojear, era una biblia en inglés con traducción al
español. ¿Por qué estaba ahí esa biblia? ¿Regalo del hotel para sus huéspedes?
Apagué la luz, y meditando, me quedé dormido.
Al día siguiente, recorrimos la carretera que
va del puerto de Veracruz a Villahermosa. Llovió prácticamente durante todo el
trayecto, pero qué manera de llover. Sólo en esos momentos se comprenden las
explicaciones, acerca de los climas, dadas por los libros de geografía:
tropical húmedo. Sentí el placer de la humedad, de la lluvia y del calor. Había
una gran distancia entre el aquí y ahora y ese otro aquel y mañana.
Villahermosa, hermosa, muy hermosa villa. Su
museo de la Venta, el Pellicer, su catedral, su... su Paseo de la Ilusiones.
¿Cuándo podré volver a ti, la muy hermosa, para caminar por tu Paseo de las
Ilusiones?
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