sábado, 8 de febrero de 2014

El Carrizal Sergio Nùñez Guzman



El Carrizal.
         Sergio Núñez Guzmán
Agosto 1990

Primera parada del viaje: El Carrizal, baños termales. Una especie de represa, una albercota donde nace a borbotones agua caliente. ¡Qué descanso! ¡Qué delicia!

         Subimos a comer a una rústica fonda situada en la cumbre de una colina, para llegar ahí, cruzamos un largo puente colgante hecho de cables, y que se movía "al ritmo de las caderas" de nuestras compañeras. No sé cómo, de pronto, aparecieron las aguas moviéndose rápidas en el fondo del abismo, tuve la sensación de vivir una película de Tarzán en la selva, quería tomar una liana y saltar del puente, pero me detuvo el miedo, sabía que no me iba a caer, pero sentí miedo, no el que siente el espectador de la película sino otro miedo. Tengo que declarar que corrió otro líquido, además del que escurría por el traje de baño.


         Desde el sitio donde comíamos, veíamos deslizarse, tranquilo, el río caudaloso. Mi vista gratamente sorprendida aprendía otro paisaje.

         Llegamos al atardecer a Veracruz, al tres veces heroico puerto. Arribamos al loby del hotel, y mis ojos  reposaron en el verde de nuestra bandera patria, que colgaba en uno de los muros de aquella estancia, y junto a nuestro lábaro estaban otros dos extranjeros, me pregunté  por qué.                       

         Entré al cuarto y cansado caí en la cama, un rato después, prendí la lámpara del buró, lo primero que se iluminó fue un libro, que empecé a hojear, era una biblia en inglés con traducción al español. ¿Por qué estaba ahí esa biblia? ¿Regalo del hotel para sus huéspedes? Apagué la luz, y meditando, me quedé dormido.                                                

Al día siguiente, recorrimos la carretera que va del puerto de Veracruz a Villahermosa. Llovió prácticamente durante todo el trayecto, pero qué manera de llover. Sólo en esos momentos se comprenden las explicaciones, acerca de los climas, dadas por los libros de geografía: tropical húmedo. Sentí el placer de la humedad, de la lluvia y del calor. Había una gran distancia entre el aquí y ahora y ese otro aquel y mañana.

Villahermosa, hermosa, muy hermosa villa. Su museo de la Venta, el Pellicer, su catedral, su... su Paseo de la Ilusiones. ¿Cuándo podré volver a ti, la muy hermosa, para caminar por tu Paseo de las Ilusiones?

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