viernes, 14 de febrero de 2014

Ensayo: La lingûìstica por Sergio Nùñez Guzmàn




La lingüística, ¿obstáculo para la traducción?
Sergio Núñez Guzmán

A posteriori se puede afirmar que todo traductor es un buen lector, y por tanto, está interesado en las palabras, es decir, en el contenido que transportan, ya que estas unidades lingüísticas no viajan vacías ni en el vacío, aunque en ocasiones el lector desconoce algún contenido, y por esto recurre al transporte máximo de vocablos, al DRAE (Diccionario de la Real Academia Española), pues así, encuentra lo deseado. Esto hace ver dos aspectos en cada palabra; por un lado, las letras que representan sonidos, por lo cual aparece el significante; y por el otro, el significado encerrado en el significante.
         Lo antes mencionado se expresa en las siguientes líneas: “La lingüística analiza el significado de los signos lingüísticos; examina el especto del contenido en su relación con el aspecto formal” (Moguel et Murillo, s/fecha). De aquí se desprende la importancia, por un lado, del aspecto formal o significante y, por el otro, el contenido o significado encerrado en el acto oral convertido en grafías del mensaje o discurso, por lo que es posible destacar la expansión del significante a la totalidad del discurso hecho texto, así la palabra es el signo lingüístico, y éste vertido en el significante que comprende unidades mayores, como las oraciones del discurso representado en el texto y a éste mismo, es por esto, que el significado de la palabra va más allá, pues se encuentra rodeado de otros significantes, en donde frecuentemente el sentido se esparce y/o se metamorfosea, pues dentro de las páginas, cada una de las partes enclaustradas entre blancos adquieren determinados valores léxico semánticos, según la relación que se establece con las restantes unidades del conjunto y así, este significado léxico actualiza matices semánticos debido al todo que conforma, donde las ideas del emisor se patentizan, y, así, el referente léxico semántico envía a la hermenéutica (interpretación) del referente deíctico pragmático o extralingüístico (Levinson, 1987). Ejemplo: ¡Qué calor hace! El referente léxico semántico envuelve la idea de calor. El referente deíctico pragmático encierra la idea del calor sentido por el emisor.
         La comunicación entre el escritor/emisor y el lector/receptor corresponde, de hecho, al circuito del habla, donde la comunicación, traductora de la realidad pragmática extralingüística con sus correspondientes cargas deícticas (muestras) de persona, lugar y tiempo contenidas en el sociolecto discursivo (Levinson, 1987) se vierten en grafías, es, por esto, que se encuentran diferencias notables ente el lenguaje escrito y pulcro, y, el oral, descuidado y momentáneo.
         Es posible presuponer la existencia de un equilibrio en la comunicación entre el emisor y el receptor que establece el texto durante su lectura, siempre y cuando tanto el escritor/emisor como el lector/receptor utilicen los mismos registros o sociolectos; sin embargo, surge el desequilibrio cuando el lector/traductor no entiende lo leído, porque desconoce el significado del signo léxico y/o del signo textual o ambos, dado por el sociolecto utilizado o el nivel de lengua empleado. El problema, desde luego, requiere la

atención del lector/traductor, por lo cual es normal recurrir al diccionario, y con esto se resuelven, por el momento, problemas de semántica del léxico correspondientes a una lectura léxico paradigmática (Baylon, 1994), con la cual se sustituye una dicción por otra; sin embargo, con frecuencia, la lectura sintagmática (Baylon, 1994) apunta a otros referentes intra-lingüísticos y/o extralingüísticos  insinuados por la cohesión dada por las unidades del conjunto e intuidos por el lector (Umberto Eco, 1981) pues quien lee descubre que se habla de algo, pero no puede precisar en dónde está ese algo y cómo se presenta, pues ignora cómo localizar el significado encubierto o cómo interpretar el escrito.
         La horizontalidad del texto se presenta por la relación sintáctica entre palabras, lo que da origen a la lectura sintagmática realizada por todo lector; sin embargo, la posibilidad de sustituir un sustantivo por otro o su equivalente o un verbo por otro o su equivalente o de un sintagma por otro o su equivalente etcétera da origen a la lectura paradigmática, que es posible comprobar al encontrar el referente externo deíctico pragmático. Ejemplo: El chofer (el conductor, el que maneja, el hombre, Juan, etcétera) está dormido.
         La capacidad de comprensión de la lectura depende en gran medida del conocimiento que tenga el lector acerca de la sintagmática y de la paradigmática, las cuales conllevan referentes internos y externos al mensaje motivo de la comunicación.
         Aprender a leer leyendo no es suficiente, se requiere del entendimiento de la lingüística encerrada en las hojas por traducir o comprender, pues es indispensable reconocer tanto la sintagmática como la paradigmática del texto, incluyendo el identificar las diferencias entre semiótica y pragmática, y por lo tanto la presencia del emisor se incorpora de cualquier manera en su escrito original. Así, la tarea del lector o traductor no es nada fácil, porque la traslación de una lengua a otra es un reto que todo buen traductor acepta para contribuir a la comprensión humana.

Sergio Núñez Guzmán.


Bibliografía
Diccionario de la Real Academia Española, Madrid, Espasa Calpe, 1994.
Moguel, Idolina et Murillo, Graciela. Nociones de lingüística estructural, pp. 37.
Levinson, Stephen C. Pragmatics. Cambridge, New York, Melbourne Sydney, Cambridge, 1987.
Baylon, Christian et Fabre, Paul. La semántica. Barcelona-Buenos Aires-México, Paidós, 1994.
Humberto Eco, Lector in fábula, Barcelona, Lumen, 1981.
Berruto, Gaetano. La semántica. México, Nueva  imagen, 1979.

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