La lingüística, ¿obstáculo para la traducción?
Sergio Núñez Guzmán
A posteriori se puede afirmar que todo traductor es un
buen lector, y por tanto, está interesado en las palabras, es decir, en el
contenido que transportan, ya que estas unidades lingüísticas no viajan vacías
ni en el vacío, aunque en ocasiones el lector desconoce algún contenido, y por
esto recurre al transporte máximo de vocablos, al DRAE (Diccionario de la Real Academia
Española), pues así, encuentra lo deseado. Esto hace ver dos aspectos en cada
palabra; por un lado, las letras que representan sonidos, por lo cual aparece
el significante; y por el otro, el significado encerrado en el significante.
Lo
antes mencionado se expresa en las siguientes líneas: “La lingüística analiza
el significado de los signos lingüísticos; examina el especto del contenido en
su relación con el aspecto formal” (Moguel et Murillo, s/fecha). De aquí se
desprende la importancia, por un lado, del aspecto formal o significante y, por
el otro, el contenido o significado encerrado en el acto oral convertido en
grafías del mensaje o discurso, por lo que es posible destacar la expansión del
significante a la totalidad del discurso hecho texto, así la palabra es el
signo lingüístico, y éste vertido en el significante que comprende unidades
mayores, como las oraciones del discurso representado en el texto y a éste
mismo, es por esto, que el significado de la palabra va más allá, pues se
encuentra rodeado de otros significantes, en donde frecuentemente el sentido se
esparce y/o se metamorfosea, pues dentro de las páginas, cada una de las partes
enclaustradas entre blancos adquieren determinados valores léxico semánticos,
según la relación que se establece con las restantes unidades del conjunto y
así, este significado léxico actualiza matices semánticos debido al todo que
conforma, donde las ideas del emisor se patentizan, y, así, el referente léxico
semántico envía a la hermenéutica (interpretación) del referente deíctico
pragmático o extralingüístico (Levinson, 1987). Ejemplo: ¡Qué calor hace! El
referente léxico semántico envuelve la idea de calor. El referente deíctico
pragmático encierra la idea del calor sentido por el emisor.
La
comunicación entre el escritor/emisor y el lector/receptor corresponde, de
hecho, al circuito del habla, donde la comunicación, traductora de la realidad
pragmática extralingüística con sus correspondientes cargas deícticas
(muestras) de persona, lugar y tiempo contenidas en el sociolecto discursivo
(Levinson, 1987) se vierten en grafías, es, por esto, que se encuentran
diferencias notables ente el lenguaje escrito y pulcro, y, el oral, descuidado
y momentáneo.
Es
posible presuponer la existencia de un equilibrio en la comunicación entre el
emisor y el receptor que establece el texto durante su lectura, siempre y
cuando tanto el escritor/emisor como el lector/receptor utilicen los mismos
registros o sociolectos; sin embargo, surge el desequilibrio cuando el
lector/traductor no entiende lo leído, porque desconoce el significado del
signo léxico y/o del signo textual o ambos, dado por el sociolecto utilizado o
el nivel de lengua empleado. El problema, desde luego, requiere la
atención del lector/traductor, por lo
cual es normal recurrir al diccionario, y con esto se resuelven, por el
momento, problemas de semántica del léxico correspondientes a una lectura
léxico paradigmática (Baylon, 1994), con la cual se sustituye una dicción por
otra; sin embargo, con frecuencia, la lectura sintagmática (Baylon, 1994)
apunta a otros referentes intra-lingüísticos y/o extralingüísticos insinuados por la cohesión dada por las
unidades del conjunto e intuidos por el lector (Umberto Eco, 1981) pues quien
lee descubre que se habla de algo, pero no puede precisar en dónde está ese
algo y cómo se presenta, pues ignora cómo localizar el significado encubierto o
cómo interpretar el escrito.
La
horizontalidad del texto se presenta por la relación sintáctica entre palabras,
lo que da origen a la lectura sintagmática realizada por todo lector; sin
embargo, la posibilidad de sustituir un sustantivo por otro o su equivalente o
un verbo por otro o su equivalente o de un sintagma por otro o su equivalente etcétera
da origen a la lectura paradigmática, que es posible comprobar al encontrar el
referente externo deíctico pragmático. Ejemplo: El chofer (el conductor, el que
maneja, el hombre, Juan, etcétera) está dormido.
La
capacidad de comprensión de la lectura depende en gran medida del conocimiento
que tenga el lector acerca de la sintagmática y de la paradigmática, las cuales
conllevan referentes internos y externos al mensaje motivo de la comunicación.
Aprender
a leer leyendo no es suficiente, se requiere del entendimiento de la
lingüística encerrada en las hojas por traducir o comprender, pues es
indispensable reconocer tanto la sintagmática como la paradigmática del texto,
incluyendo el identificar las diferencias entre semiótica y pragmática, y por
lo tanto la presencia del emisor se incorpora de cualquier manera en su escrito
original. Así, la tarea del lector o traductor no es nada fácil, porque la
traslación de una lengua a otra es un reto que todo buen traductor acepta para
contribuir a la comprensión humana.
Sergio Núñez Guzmán.
Bibliografía
Diccionario de la Real Academia
Española, Madrid, Espasa Calpe, 1994.
Moguel, Idolina et Murillo, Graciela.
Nociones de lingüística estructural, pp. 37.
Levinson,
Stephen C. Pragmatics. Cambridge, New York, Melbourne Sydney, Cambridge,
1987.
Baylon,
Christian et Fabre, Paul. La semántica. Barcelona-Buenos Aires-México, Paidós, 1994.
Humberto Eco, Lector in fábula,
Barcelona, Lumen, 1981.
Berruto, Gaetano. La semántica.
México, Nueva imagen, 1979.
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