UN FIN SIN FINAL
Sergio Núñez
Guzmán
Agosto 1991
Y ahora, tú afirmas que por lo que
escuchas si me gustó el viaje. Y yo te contesto que, a quién no le gusta la
belleza. Podemos preguntar qué clase de belleza pero la belleza en sí siempre
agrada, siempre gusta. El hombre es quien pone precio a la belleza, a la
belleza encerrada en el cuadro de un
pintor o a la belleza natural cercada por rejas y a la que podemos contemplar
previo pago de equis cantidad. Me gusta la belleza. Aunque yo, como mi pueblo,
en muchas ocasiones no tenemos el dinero suficiente para gozar de nuestra
belleza, y tan sólo nos conformamos con las bellezas que nos brinda la vida y
que por ser las mejores son gratis y gratificantes. El dinero no es bello pero
nos permite gozar de la belleza. Y no quiero decir que sólo con dinero hay
belleza. Muchos seres viven para adquirir riqueza y no saben que la riqueza es
tan sólo monedas que sirven para adquirir un bien y que los mejores bienes de
la vida no se compran en una tienda y que por tanto el dinero no tiene objeto
ni propósito. El viaje fue tan sólo eso, un viaje, un pasar y un ver lo que se
quiso ver, lo que se pudo ver, un encuentro del querer con el poder. El hombre
que posee mil millones de metros cuadrados de tierra o de dinero ¿podrá
cuidarlos? Siempre habrá rendijas por donde se escurra el agua, la arena, la
tierra, o el dinero, el hombre, como mi pueblo, sagaz, sabrá dónde, cuándo,
satisfacer sus necesidades vitales, sus necesidades de ser y de estar.
Necesidades que otros hombres explotan y que este pueblo nuestro tarde o
temprano descubrirá.
-Ahora eres profeta.
-No, quiero comprender, quiero entender.
-Entonces si te importa.
-Me importa cuando sé que me engañan, que me
roban, que me matan, que me quitan lo tuyo, lo mío.
-Entonces no quieres saber.
-No quiero saber que me engañan, que me roban,
que me matan. Quiero vivir en la inconciencia, quiero vivir, quiero vivir.
-¿Cómo quieres vivir?
-Quiero vivir.
México país de oposiciones, país de autopistas
y caminos de terracería, país donde se paga con los peajes un puente entre la
riqueza y la pobreza que no vemos ni siquiera que se construya, país en donde
el hombre parece perder su naturaleza y la cambia por un egoísta tener. País de
enorme riqueza pesquera en donde su gente se muere de hambre. Y cuántas otras
riquezas se desperdician en manos de unos pocos, y son la pobreza de tantos y
tantos. México, ciudades en donde la alegría del vivir se ve interrumpida por el
abandono de una casa en venta desde no se sabe cuánto tiempo y sólo se ve el
anuncio despintado. México espacios infinitos llenos de abandono en donde sólo
existe un letrero semidestruido en el que se adivina un anuncio de venta.
¿Estamos en venta?
Pobreza y riqueza, abundancia y escasez.
Preguntas a las que no se buscan respuestas. El
panorama se presenta como un cuestionamiento al viajero que lo
contempla. Los ojos, nuestros ojos, contemplan, observan, ven, miran y la mente
no calla, trabaja, funciona, elabora pensamientos, que van de aquí a allá y de
allá a aquí, ¿cuáles pensamientos? Solamente entender la realidad, esta
realidad que soy yo, esta realidad que es México, y... México gozo y
entendimiento y entender es en muchas ocasiones sufrir porque me duelo, porque
aquel es yo, porque yo soy aquel, porque el aquí soy yo, porque el allá soy yo.
México.
Y aquel hombre, ya anciano, viendo el reloj,
supo que ya era hora de dormir, y que la ficción desbordaba la realidad o tal
vez su realidad era una irrealidad soñada, cómo distinguir una de otra, y así
se quedo dormido.
Sergio
Núñez Guzmán
Diciembre
2001
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