domingo, 9 de febrero de 2014

Un fin sin final. Sergio Nùñez Guzmàn



         UN FIN SIN FINAL
Sergio Núñez Guzmán
         Agosto 1991

         Y ahora, tú afirmas que por lo que escuchas si me gustó el viaje. Y yo te contesto que, a quién no le gusta la belleza. Podemos preguntar qué clase de belleza pero la belleza en sí siempre agrada, siempre gusta. El hombre es quien pone precio a la belleza, a la belleza encerrada  en el cuadro de un pintor o a la belleza natural cercada por rejas y a la que podemos contemplar previo pago de equis cantidad. Me gusta la belleza. Aunque yo, como mi pueblo, en muchas ocasiones no tenemos el dinero suficiente para gozar de nuestra belleza, y tan sólo nos conformamos con las bellezas que nos brinda la vida y que por ser las mejores son gratis y gratificantes. El dinero no es bello pero nos permite gozar de la belleza. Y no quiero decir que sólo con dinero hay belleza. Muchos seres viven para adquirir riqueza y no saben que la riqueza es tan sólo monedas que sirven para adquirir un bien y que los mejores bienes de la vida no se compran en una tienda y que por tanto el dinero no tiene objeto ni propósito. El viaje fue tan sólo eso, un viaje, un pasar y un ver lo que se quiso ver, lo que se pudo ver, un encuentro del querer con el poder. El hombre que posee mil millones de metros cuadrados de tierra o de dinero ¿podrá cuidarlos? Siempre habrá rendijas por donde se escurra el agua, la arena, la tierra, o el dinero, el hombre, como mi pueblo, sagaz, sabrá dónde, cuándo, satisfacer sus necesidades vitales, sus necesidades de ser y de estar. Necesidades que otros hombres explotan y que este pueblo nuestro tarde o temprano descubrirá.
-Ahora eres profeta.
-No, quiero comprender, quiero entender.
-Entonces si te importa.
-Me importa cuando sé que me engañan, que me roban, que me matan, que me quitan lo tuyo, lo mío.
-Entonces no quieres saber.
-No quiero saber que me engañan, que me roban, que me matan. Quiero vivir en la inconciencia, quiero vivir, quiero vivir.
-¿Cómo quieres vivir?
-Quiero vivir.
México país de oposiciones, país de autopistas y caminos de terracería, país donde se paga con los peajes un puente entre la riqueza y la pobreza que no vemos ni siquiera que se construya, país en donde el hombre parece perder su naturaleza y la cambia por un egoísta tener. País de enorme riqueza pesquera en donde su gente se muere de hambre. Y cuántas otras riquezas se desperdician en manos de unos pocos, y son la pobreza de tantos y tantos. México, ciudades en donde la alegría del vivir se ve interrumpida por el abandono de una casa en venta desde no se sabe cuánto tiempo y sólo se ve el anuncio despintado. México espacios infinitos llenos de abandono en donde sólo existe un letrero semidestruido en el que se adivina un anuncio de venta. ¿Estamos en venta?
Pobreza y riqueza, abundancia y escasez. Preguntas a las que no se buscan respuestas. El  panorama se presenta como un cuestionamiento al viajero que lo contempla. Los ojos, nuestros ojos, contemplan, observan, ven, miran y la mente no calla, trabaja, funciona, elabora pensamientos, que van de aquí a allá y de allá a aquí, ¿cuáles pensamientos? Solamente entender la realidad, esta realidad que soy yo, esta realidad que es México, y... México gozo y entendimiento y entender es en muchas ocasiones sufrir porque me duelo, porque aquel es yo, porque yo soy aquel, porque el aquí soy yo, porque el allá soy yo. México.
Y aquel hombre, ya anciano, viendo el reloj, supo que ya era hora de dormir, y que la ficción desbordaba la realidad o tal vez su realidad era una irrealidad soñada, cómo distinguir una de otra, y así se quedo dormido.
Sergio Núñez Guzmán
Diciembre 2001

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