sábado, 8 de febrero de 2014

San Cristòbal, el zòcalo, el mercado. Sergio Nùñez Guzmàn



San Cristóbal, el zócalo, el mercado.
         Sergio Núñez Guzmán
         Agosto 1990

Turistas cansados buscamos asiento bajo la sombra de los árboles del zócalo de San Cristóbal, y fuimos materialmente asaltados por niños, niñas y mujeres que vendían artesanías, cuando recibieron una negativa, cambiaron de actitud, y pidieron la fruta que llevábamos, y casi la arrebataban de nuestras manos, mientras un extranjero, burlón, desde el quiosco, filmaba la escena.

Volvimos al mercado y esta vez lo recorrimos por dentro. Una jovencita tenía a su alrededor varios compradores, nos acercamos, preguntamos, vendía tamales de coco, qué deleite. Mujercita recatada que a mis preguntas contestaba con monosílabos que tenían  que  interpretarse, en  cambio,  sus  manos   laboriosas hablaban, manos ágiles, sin ornatos, carentes de cuidados citadinos, manos de trabajo, productoras de aquellos manjares. Su rostro, moreno claro, también hablaba, aunque su lenguaje era otro, el de una alegría silente, alerta, gozosa por convertir su trabajo en monedas. Al contemplar a esta vendedora, entendí, de manera viva, que hay otros mundos, además del mío, en donde también se puede ser feliz.

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