CHETUMAL
Sergio Núñez
Guzmán
Agosto 1991
Chetumal, según el guía, es el paraíso de la
fayuca. Y yo pensé ¿será otro Tepito más grande o más chiquito?
Llegamos a Chetumal y efectivamente hay muchos
productos extranjeros de venta en esta ciudad. Recorrimos sus calles, sus
tiendas, y naturalmente preguntamos por los precios de algunos artículos que
nos interesaban. Los vendedores sagaces inmediatamente distinguen entre un
connacional y un extranjero y los precios de los productos cambian. Lo único
que aprendimos fue a ser muy cuidadosos porque tenemos que saber con gran
exactitud el precio y la calidad del producto buscado, solamente así podrá el
comprador obtener lo deseado sin ser sorprendido ya sea por la calidad del
producto o ya sea por el costo del mismo. A final de cuentas cualquier cosa que
se busque se encuentra en el Tepito defeño.
-Ya empezabas a extrañar tu defeña
contaminación.
-Seguro.
-Cuéntame más de Chetumal.
-Todas estas ciudades costeras son calurosas,
muy calurosas y solamente se puede dormir con el clima artificial en el cuarto
del hotel, lo que implica un cambio de temperatura que resiente el cuerpo
cuando se sale del hospedaje, por lo que decidimos dormir sin clima artificial.
De lo que no nos pudimos librar fue del piquete de los mosquitos, zancudos,
hormigas, y otros bichos parecidos y en ocasiones, por el aviso de algún
compañero, nos escapamos de la picadura de un bicho mayor, que alguien vio como
un alacrán, nosotros pensamos que se trataba de otro animalejo.
Aparte de sus tiendas, ¿que ver en Chetumal?
fuimos a la Laguna de Bacalar y al Zenote Azul, la belleza de la naturaleza en
todo su esplendor. Surge la tentación y el deseo de quedarnos por un período
más largo. Al mismo tiempo, la contradicción, nuestra mente, como casi nuestro
cuerpo, está allá, en el D. F. Sabemos que aún pudiendo permanecer en estos
paraísos, correríamos después de unos cuantos días, a nuestro D.F., y como tú
dices, ya lo extrañamos, y ya queremos estar allá. Romper el cascarón. Vivimos
dentro del cascarón, somos incapaces de romper el cordón umbilical. ¿Por qué?
La libertad, la libertad. ¿Qué es la libertad? La posibilidad de ser libre. Y
tú me dices se libre. Y yo te digo libre, como los pájaros, y aún ellos necesitan
de una rama donde posarse. ¿Dónde puedo posarme?
Al escribir estas líneas pienso en la Laguna de
Bacalar y en el Zenote Azul, pienso en la paz y en la tranquilidad que
encierran, pero no los añoro, necesito la multitud con su agresividad que me
obliga a correr y a un loco vivir, que me obliga a seguir el sendero de la
vida, de mi vivir.
-¿De dónde viene, señor?
-Del infierno.
-Y este señor, es el diablo mayor.
La mujer hizo la señal de la cruz, se persignó,
y se alejó con paso apresurado.
-¿Y tú fuiste ese diablo?
-Yo soy el pájaro sin rama donde posarse, yo
soy mi pueblo, yo soy México, yo soy la ingenuidad y la picardía, la
incredulidad y el fanatismo, yo soy el ayer de mis pirámides, yo soy el mañana
de mis escuelas, yo soy... este presente situado entre un ayer que fue y un
mañana que será y que yo vivo en el presente el ayer y el mañana, yo soy los
ojos de la inocencia sorprendida por la pillería del presente, yo soy el mañana
sorprendido en este presente por la desnudez de cuerpos que encierran saberes
del futuro que ya están aquí. Yo soy la interrogación en busca de una
respuesta, de mi respuesta, no de otra.
-Estás loco.
-Tal vez.
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