domingo, 9 de febrero de 2014

Chetumal. Sergio Nùñez Guzmàn



CHETUMAL
Sergio Núñez Guzmán
         Agosto 1991

Chetumal, según el guía, es el paraíso de la fayuca. Y yo pensé ¿será otro Tepito más grande o más chiquito?
Llegamos a Chetumal y efectivamente hay muchos productos extranjeros de venta en esta ciudad. Recorrimos sus calles, sus tiendas, y naturalmente preguntamos por los precios de algunos artículos que nos interesaban. Los vendedores sagaces inmediatamente distinguen entre un connacional y un extranjero y los precios de los productos cambian. Lo único que aprendimos fue a ser muy cuidadosos porque tenemos que saber con gran exactitud el precio y la calidad del producto buscado, solamente así podrá el comprador obtener lo deseado sin ser sorprendido ya sea por la calidad del producto o ya sea por el costo del mismo. A final de cuentas cualquier cosa que se busque se encuentra en el Tepito defeño.
-Ya empezabas a extrañar tu defeña contaminación.
         -Seguro.
-Cuéntame más de Chetumal.
-Todas estas ciudades costeras son calurosas, muy calurosas y solamente se puede dormir con el clima artificial en el cuarto del hotel, lo que implica un cambio de temperatura que resiente el cuerpo cuando se sale del hospedaje, por lo que decidimos dormir sin clima artificial. De lo que no nos pudimos librar fue del piquete de los mosquitos, zancudos, hormigas, y otros bichos parecidos y en ocasiones, por el aviso de algún compañero, nos escapamos de la picadura de un bicho mayor, que alguien vio como un alacrán, nosotros pensamos que se trataba de otro animalejo.

Aparte de sus tiendas, ¿que ver en Chetumal? fuimos a la Laguna de Bacalar y al Zenote Azul, la belleza de la naturaleza en todo su esplendor. Surge la tentación y el deseo de quedarnos por un período más largo. Al mismo tiempo, la contradicción, nuestra mente, como casi nuestro cuerpo, está allá, en el D. F. Sabemos que aún pudiendo permanecer en estos paraísos, correríamos después de unos cuantos días, a nuestro D.F., y como tú dices, ya lo extrañamos, y ya queremos estar allá. Romper el cascarón. Vivimos dentro del cascarón, somos incapaces de romper el cordón umbilical. ¿Por qué? La libertad, la libertad. ¿Qué es la libertad? La posibilidad de ser libre. Y tú me dices se libre. Y yo te digo libre, como los pájaros, y aún ellos necesitan de una rama donde posarse. ¿Dónde puedo posarme?

Al escribir estas líneas pienso en la Laguna de Bacalar y en el Zenote Azul, pienso en la paz y en la tranquilidad que encierran, pero no los añoro, necesito la multitud con su agresividad que me obliga a correr y a un loco vivir, que me obliga a seguir el sendero de la vida, de mi vivir.
-¿De dónde viene, señor?
-Del infierno.
-Y este señor, es el diablo mayor.
La mujer hizo la señal de la cruz, se persignó, y se alejó con paso apresurado.
-¿Y tú fuiste ese diablo?
-Yo soy el pájaro sin rama donde posarse, yo soy mi pueblo, yo soy México, yo soy la ingenuidad y la picardía, la incredulidad y el fanatismo, yo soy el ayer de mis pirámides, yo soy el mañana de mis escuelas, yo soy... este presente situado entre un ayer que fue y un mañana que será y que yo vivo en el presente el ayer y el mañana, yo soy los ojos de la inocencia sorprendida por la pillería del presente, yo soy el mañana sorprendido en este presente por la desnudez de cuerpos que encierran saberes del futuro que ya están aquí. Yo soy la interrogación en busca de una respuesta, de mi respuesta, no de otra.
-Estás loco.
-Tal vez.

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