domingo, 2 de febrero de 2014

INTROSPECCIÒN



 INTROSPECCIÓN
Sergio Núñez Guzmán

El rugir del camión habla de las asperezas del camino montañoso. Ese pasajero y aquél guardan silencio, buscan la distracción en la película iniciada hace  unos minutos o, tal vez, hace unas horas, porque tú, como péndulo de reloj viejo, cuentas las vueltas del camino con tu ir y venir, acaso piensas, en qué meditas.
-No cuestiones, porque sólo busco respuestas en el verdor de los cultivos, y, aquí, únicamente hay una enorme aridez expresada en la riqueza de los diferentes tonos de un café seco,  propio del desierto con arbustos y abrojos faltos de caricias humanas. Y la alegría de la vida de un campo trabajado es una especie de recuerdo traído por la imaginación. Y ya no soy yo, son los ojos que preguntan: ¿por qué? La mente compite en velocidad con la vista y la razón se ilumina. Y una cabañita, en medio de la soledad, enseña la fantasía de la vida en la mujer inclinada sobre un lavadero. Y la inteligencia se ofusca al ver aquellas chocitas abandonadas y semidestruidas. ¿Por qué? ¿Qué sucedió?  El noble camioncito devora  kilómetros. El paisaje cansa por su monotonía. La película televisiva aburre. Surge, en la soledad, el ensayo de lo que quiso ser una casa, los muros colocados, los techos puestos, las  ventanas destrozadas, las puertas tapiadas tienen agujeros hechos por invasores de paso, todo y toda invadida por malas yerbas y peores recuerdos. El ideal de un sueño se rompió. La ilusión de una voluntad muestra su triste destrucción. ¿Por qué? ¿Por quién? ¿Qué es la vida? ¿Qué es el triunfo? ¿Qué es la derrota? Y, más adelante, en la cumbre de una colina, la sorpresa de una cabaña con antena parabólica y campos sin cultivar, abandonados.  Los ojos cansados de ver intentan ocultarse en el artificio de la insípida película.  El autobús corre, corre por paisajes destructores de sueños. ¿Qué importa?
Nos detenemos. ¿Problemas en una llanta? Estamos casi en la cumbre de una montaña. El paisaje es hermoso y los ojos persiguen el descanso en un brillo no muy lejano, se busca la razón del resplandor. Una camioneta de cristales polarizados aparece en el horizonte frente a una choza  miserable, y el Pinocho de la película interroga: ¿por qué?
La luz, que alumbra la verdad de las barrancas, desaparece, según se oculta el sol. Y la oscuridad se funde con el silencio parlachín del paisaje.


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